domingo, 9 de septiembre de 2012

Verano (II)

Asistí en el estupendo Palacio de la Magdalena en Santander a la presentación de un libro de la colección Fundación Telefónica sobre la célebre cuestión de la crisis del periodismo como profesión.

El libro rebusca entre las opiniones de periodistas veteranos y noveles ya consagrados para llegar a la conclusión de que "hay que tener esperanza en esta maravillosa profesión".

Como acabo de escuchar el mismo eslogan en la radio mientras desayunaba entiendo que estamos ante una operación de salvamento de la "maravillosa profesión".

Y el caso es que en el estudio se les escapaba a los maravillosos profesionales alguna autocrítica: a lo mejor nos hemos supeditado demasiado a los intereses políticos, a lo mejor hemos dejado de salir a la calle, a lo mejor no hemos sabido conducir la competencia por los lugares adecuados, a lo mejor es que la gente solo quiere morbo y basura....

La triste verdad es que todo eso es verdad y además...se ha engañado a miles de jóvenes a emprender un camino que no llevaba a ninguna parte desde universidades unicamente interesadas en vender cursos.

Y en definitiva las empresas periodísticas en nuestro país son tan endebles, cuando no simplemente fraudulentas, o están tan atadas a la subvención pública o privada, que pretender que ofrezcan empleos de buena calidad es una entelequia.

Ha habido años buenos cuando todo tiraba y la publicidad y los apoyos institucionales llenaban las arcas en los que ha parecido que en España podía haber una industria periodística como en los países ricos, pero la crisis se ha llevado por delante esas ilusiones y nos ha dejado una realidad galdosiana de periodistas menesterosos y de voceros de los poderosos, que efectivamente, no interesan a casi nadie.

En Televisión resulta patético el espectáculo, y en la radio cansino.

El papel simplemente agoniza ante la evidencia de falta de relevo generacional entre los lectores.

Y la red es un hervidero de blogs a la espera de un patrocinador que no llega.

La maravillosa profesión es un cenagal de pesebristas y parados, de becarios gratuitos, y de gente desesperada.

Es verdad que algunos todavía siguen manteniendo que si lo consigues es una de las mejores formas de ganarte la vida.

No lo niego, simplemente creo que sería noble y decente avisar a los estudiantes que eso solo lo consigue una parte ínfima de los que empiezan, y que incluso estos afortunados suelen tener unos finales profesionales bastante miserables.

Si alguien quiere ir por ese camino que también estudie para fontanero o electricista, así por lo menos podrá llenar los espacios vacios que le va a dejar la "maravillosa profesión". 

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