viernes, 12 de octubre de 2012

España

Hubo un tiempo en que poetas vascos proclamaban el nombre de España.

Gabriel Celaya y Blas de Otero, que eran de San Sebastian y Bilbao, respectivamente, tienen múltiples poemas en los que España aparece como una ensoñación de la resistencia antifranquista, y un reto de cara a un futuro mejor.

Hoy no se puede decir España, y hay que conformarse con eso del "estado español", que en algunas comunidades es solo "el estado", y aun así, dicho con una mueca de desprecio y asco.

 Y como consecuencia comienzan a sonar los EsPAÑA!!!, de los que añoran un mundo en el que ellos mandaban y los demás obedecíamos.

No me gustan ninguna de las dos opciones.

Yo prefiero ser español con minúsculas y sin aspavientos, y seguir avanzando en la construcción de Europa por la vía de las instituciones comunes y hasta de las becas Erasmus.

Prefiero los ideales de la Ilustración a los exaltamientos nacionalistas románticos. (Del Romanticismo me quedo solo con la música).

Me gustan el bilingüismo, y el trilingüismo.

Me gustan los espacios abiertos y las fronteras amables.

No me gustan los energúmenos con banderas, ni las masas cantando himnos.

No me gustan los "Días Nacionales", ni las multitudes vociferantes. (Excepción sea hecha del fútbol).

Me gustaría que ser español fuera algo sencillo e inofensivo, como ser socio de una sociedad filarmónica o de un club de "birdwatchers".

Como hasta el día de la patria que hemos elegido resulta tan controvertido, elijamos otro: el día en que no pasó absolutamente nada.

¿Habrá habido alguno?      

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