miércoles, 17 de octubre de 2012

Ocho millones

No he visto noticias mas impactantes que esta desde hace mucho tiempo: en España hay mas de ocho millones de personas asistidas por los diferentes servicios de "caridad", estatales y privados.

Es decir que casi el 20% de la población ha caido por debajo del nivel de la pobreza e incluso en muchos casos de la miseria.

Esta mañana pasando por la calle Montesquinza de Madrid, (una calle señorial donde está la embajada británica), he pasado entre la cola muy numerosa que esperaba para entrer en uno de los comedores de caridad que hay en Madrid, y que en este caso debe ser de una orden religiosa.

Eran unas doscientas personas (hombres), entre los que había desde los gitanos rumanos, hasta gente que pasaría por miembros de la clase media, (aunque vestidos un poco de sport raido).

Nos estamos acostumbrando a ver tantos mendigos por las calles, tantos pedigüeños, tantos desocupados dando vueltas, tantos sin techo durmiendo en el metro o en los parques, que estamos perdiendo de vista la dimensión del problema.

Si a estos añadimos los jóvenes que no trabajan pero que tienen techo y comida en casa de los padres, la cifra, ¿a donde llegaría?

Y si añadimos a los que trabajan por sueldos miserables que no permiten una vida autónoma, ¿en que situación nos quedamos?

Es posible que los que vivieron la primera y terrible postguerra recuerden situaciones semejantes, pero yo no las recuerdo.

Mientras los políticos se niegan a reformar el estado y a perder sus sueldecitos y sus prebendas, y encima siguen con las mismas disputas estúpidas y ridículas, que deberían avergonzarles si es que les quedase un átomo de vergüenza.

Francamente no comprendo como todavía no ha habido un estallido social.

Si de verdad hay ocho millones de personas viviendo de la caridad pública, algo tienen que pasar muy pronto.

Si no pasa es porque esta es otra de las muchas mentiras que nos cuentan y que hacen que cuando miramos a nuestro alrededor nos preguntemos en que clase de realidad vivimos, porque España parece un gigantesco decorado de los de las películas de Samuel Bronston, (55 días en Pekín), que se está derrumbando ante nuestros asombrados ojos.   

No hay comentarios: