miércoles, 3 de octubre de 2012

En el Instituto Goethe

Con una actualidad tan aburrida como la que vivimos, resulta dificil ponerse por la mañana a opinar sobre lo que sucede en el mundo digital, ¿o sería mejor comenzar a llamarlo post-digital?

Los políticos siguen en sus trece de tocarnos las narices en todo y no tocarse entre ellos en nada.

Los inversores en sus trece de que o seguimos con el régimen o nada.

Los islamistas en sus trece de asesinarnos o quemarnos.

El Barcelona en sus trece de ganar todos los partidos.

Los catalanes en sus trece de separarse asimetricamente.

Los manifestantes y huelguistas en sus trece de cortar el tráfico.

Los precios en sus trece de subir.

Los sueldos en sustrece de bajar.

Así que no me extraña ver la "corte de los milagros" que hace cola para matricularse en el Instituto Goethe de Madrid, formada por todo tipo de gente desesperada que piensa que aprender alemán les va a abrir la puerta del paraiso del empleo, aunque sea en la Alta Turingia.

Jóvenes, mayorcitos, y otros francamente talluditos, hacemos cola delante de una chicas alemanas simpáticas y supongo compasivas, que van rellenando aulas y horarios y abriendo listas de espera, como si lo que se repartiesen fuesen pisos o viajes al Caribe.
 
¿Como puede ser la gente tan boba como para creer que van a aprender aleman en unos meses y eso les va a abrir puerta alguna?

¿Como de mal lo tiene alguna gente como para optar por el suplicio de comenzar a aprender un idioma a los cincuenta años?

¿Como nos verán esas chicas alemanas, que por cierto si que hablan español, con nuestros formularios rellenos en una mano y esperando pacientemente que llegue nuestro turno?

Siento vergüenza de vivir en este país, y me gustaría irme como Simón del Desierto a una cueva y no volver en varios años.

Entre los rebuscadores en la basura, los asaltantes de supermercados, los batallones de mendigos, y las colas ante el Instituto Goethe, ya nos podemos gastar en asesores de imagen, que la "marca España" vive uno de sus peores momentos.

(Y eso que es dificil seleccionar el peor momento de España).    




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