miércoles, 20 de febrero de 2013

La cabra y el monte

Hoy han vuelto a detener a un tal Montes Neira, quien en medio de todo tipo de florilegios buenistas abandonó la prisión tras treinta años de entrar y salir y ser considerado, "el preso mas antiguo de España". Le han detenido por un robo de cuatro millones de nada en joyas.

Todo un éxito de la capacidad reformadora de la carcel de la que tanto presumen quienes han redactado el actual código penal, que es eso que permite que a una persona, presuntamente delincuente, le puedan detener doscientas veces con las manos en la masa, y seguir tan tranquilo en la calle, mientras que a quien no paga una multa de tráfico le embarguen la casa.

El buenismo, de larga tradición entre los que viven lejos de la chusma, es también compartido por toda la clase política y periodística del país, que dedicaron al tal Neira programas enteros alabando su "cambio" del jóven airado que fué al apacible anciano en que se había convertido. Sí,sí...

No sé que cara se les quedará a los de las Oenegés del indulto y a los periodistas de los reportajes "humanos" del tal indivíduo. (Ni se van a inmutar porque peligraría su modus vivendi). 

Pues a la clase política le pasa lo mismo. Que les tira el monte.

Les dejas un debate para que hablen de como nos va a los ciudadanos y ellos lo aprovechan para hablar de lo mismo de siempre, o sea de ellos mismos y de su circunstancia.

El uno que gracias a él se ha salvado España y el otro que si Bárcenas y tal y cual.

Pues para eso nos podíamos haber ahorrado la luz del Congreso y las dietas de los ujieres.

Hacemos unos recortes de prensa de los últimos días-semanas y se reparten entre la población via email para no gastar, y a la mañana siguiente los tertulianos dicen lo mismo de siempre, y a otra cosa mariposa. 

Y mientras siguen el rosario de empresas que anuncian miles de despidos y los que les dicen a sus empleados que a bajarse el sueldo, y los que no diciendo nada aprietan las tuercas en el conocimiento de que hay barra libre para el abuso.

Hay que ver a todo el partido aplaudiendo en pié firme al "líder" de turno para darse cuenta definitivamente que este sistema político que padecemos, la partitocracia, ha fenecido y nadie se cree semejante patraña.

Ni una voz disidente, ni una mala cara con la que está cayendo. Todos de pié y brazo en alto: ¡Heil Mariano!

Con estos y con los delincuentes profesionales no podemos contar con que se reformen.

O los echamos a patadas, o los metemos en la carcel, o mejor primero una cosa y después otra.

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