miércoles, 27 de febrero de 2013

Italia

"Mi pobre patria...".,cantaba Battiato hace años y ¡que razón tenía!

¡Y como nos parecemos!

Los italianos siguen echando de menos a Mussolini, como muchos españoles siguen añorando al "caudillo", en una especie de enfermedad constitucional que nos impele a desear que vuelvan los césares y el supuesto orden de una edad de oro que nunca existió, (bueno, tal vez durante el reinado de Augusto hace dos mil años).

Lo de Berlusconi hay que entenderlo, como lo que es, el deseo de despertarnos de una pesadilla en la que el mundo fantasioso en el que nos habíamos instalado se desmorona para dejarnos a la interperie, peleándonos con los chinos y los filipinos por unos empleos de mierda.

La gente está asustada y cabreada, y en un país como Italia, donde el hartazgo con la clase política viene de muy lejos, unos votan al sosias de Mussolini y otros a un payaso.

Aquí no hemos llegado a eso porque somos mas nuevos en la democracia de cartón piedra, y todavía nos creemos el cuento en el fondo, pero allí donde han visto como los americanos impusieron a la Democracia Cristiana con la ayuda inestimable de las mafias en 1945, y como la mantuvieron a toda costa hasta que el viejo partido se terminó desintegrando tras el asesinato de Aldo Moro, allí en ese país partido por la mitad desde la "Unificación", saboyano-garibaldina, la gente no se cree nada en absoluto y votan tapándose la nariz o sencillamente a quien mas daño pueda hacer.

El estado italiano está podrido de arriba a abajo, y si el país funciona es porque su clase empresarial, en buena parte mafiosa, actua al margen de políticas o mas bién pasando por encima de los políticos o utilizándolos sin escrúpulos.

Cualquiera que se haya topado con directivos italianos puede dar fé de su despotismo y su cultura mafiosa.

Como dijo un embajador norteamericano que estuvo destinado en Roma despues de haber estado en Moscu, "En Moscú todo es secreto pero todo el mundo sabe lo que pasa, en Roma nada es secreto pero nadie se entera de nada".

Me viene a la memoria un célebre pasaje de "La Piel" de Curzio Malaparte, donde un coronel americano pasa revista a una compañía del "nuevo ejército italiano", ataviada con uniformes reciclados de soldados americanos muertos.

Tras la arenga en ingles, el coronel pregunta a Malaparte que actua de intérprete, "¿Cree Ud. que me han comprendido?, y Malaparte pregunta a un soldado, ¿Has entendido lo que ha dicho el americano? y el soldado responde: "que debemos sentirnos orgullosos de la vergüenza de Italia".

Malaparte se dirige al coronel y le dice: "Mi coronel, lo han entendido perfectamente".

Pues eso: tras los ajustes de Monti, los italianos han vuelto a sentirse orgullosos de su vergüenza, y han vuelto a sus trapicheos y sus mafias.

Llevan así dos mil años.    

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