martes, 16 de abril de 2013

Para la editorial, el enemigo son los demás

Muy interesante el editorial que publicó ayer el diario El País, titulado "Información de pago", toda una declaración de intenciones. No es ningún secreto que los grandes medios tradicionales están sufriendo fuertemente las reestructuraciones que están transformando nuestra sociedad a todos los niveles y su modelo de negocio habitual parece agotado.

Si bien es interesante lo que se dice en apenas 3 párrafos, más interesante aún es cómo se dice y cuál es el mensaje real que hay detrás de las palabras.

Ya el propio subtítulo, "muchos diarios incorporan sistemas de pago en sus ediciones digitales para afrontar la crisis" da una clara muestra de cuál es el objetivo del escrito: voy a empezar a cobrar por el acceso a elpais.com y aquí vengo a justificarme. Y empiezan mal, porque el objetivo de un cambio en el modelo de negocio no puede ser "para afrontar la crisis", sino que debiera ser "para aportar un mayor valor a vosotros, mis lectores". La crisis no deja de ser el contexto en el que nos movemos todos, personas y negocios. No se pueden hacer las cosas "para sobrevivir a la crisis", ¿o es que acaso cuando acabe la crisis (si es que el verbo acabar tiene sentido en esta frase) vas a volver a la publicidad?

A continuación, en las últimas líneas del primer párrafo, el autor explica que el modelo está en crisis por la caída de la publicidad, así como de las ventas en los kioskos debido a la recesión económica y las nuevas tecnologías "que permiten el acceso gratuito a los contenidos". Todo es culpa de los demás. Nada que ver tienen mi estructura organizativa sobredimensionada, la baja calidad de los artículos fruto de bajos salarios a los periodistas, las altas retribuciones a la cúpula directiva, la falta de evolución del modelo periodístico para amoldarse a los cambios del nuevo siglo... La publicidad en la prensa tradicional ha caído, sí, pero a la par crece de manera exponencial en Internet, donde están los ojos de los consumidores. Las ventas en los kioskos han caído, sí, y me atrevo a afirmar que así ha sido en otros canales de venta, porque el problema no radica en el canal, sino en el formato del producto, el caduco, estático y periódico papel. La culpa es de las nuevas tecnologías (qué cliché), pero si el problema es el acceso gratuito a los contenidos, la amenaza realmente radica en los competidores que siguen otros modelos de negocio, no en la existencia de móviles y tabletas.

Después de justificarse durante el segundo párrafo con el sólido argumento "los otros también lo hacen", en el tercero el autor vuelve a culpar a las circunstancias con ideas tan manidas y demagógicas como "la cultura de la gratuidad", los ciudadanos pueden entender que la información no tiene coste ni valor, o la información de calidad es necesaria para que la democracia no se resienta. Es decir, vosotros, mis lectores, no sois capaces de ver el tremendo valor que os estoy aportando, yo, piedra angular de esta sociedad, sois unos desagradecidos.

Yo estoy muy a favor de que El País comience a cobrar por el acceso a sus contenidos. Creo que está en su derecho y que es una dirección buena de conducir su negocio, una vez que se ha demostrado que la publicidad no va a sostenerlo en este nuevo contexto. Tiene sus desventajas, siendo las más claras la pérdida de lectores y de relevancia en la red, pero bajo un modelo mixto, como el que siguen otros grandes medios permitiendo acceder a ciertos contenidos gratuitamente, parece que está funcionando.

Pero bien harían en los despachos de este periódico en plantearse si realmente todo es una consecuencia de la crisis o si realmente se trata de una evolución de la sociedad y su falta de ajuste a ella. Con la llegada de Internet, su cadena de valor se ha reestructurado (como está ocurriendo en tantos otros negocios), los competidores se han multiplicado, la información fluye por todos lados. ¿Está El País realmente aportando valor a sus clientes? ¿Tiene contenidos que ahonden en la profundidad de la noticia? ¿O es lo mismo que el lector puede encontrar en Twitter o en un blog con una redacción de 3 profesionales? El cliente que paga es más exigente, no es el mismo que entra en la web del diario para hacer una lectura en diagonal de todo lo que está sucediendo en el mundo. ¿Está preparado El País (y El Mundo y tantos otros) para este cambio?

Lo que está claro es que las editoriales del pasado no pueden competir en el presente, precisamente porque el entorno competitivo ha mutado radicalmente. Pensar que todo es culpa de los demás y que hay que cobrar para subsistir porque es lo que hacen otros es un claro camino a la perdición. Y no, afortunadamente la democracia no desaparecerá, sino todo lo contrario, igual que no lo ha hecho la música ni el cine, a pesar de que los players tradicionales así lo vaticinaban.

1 comentario:

Antonio Cordón dijo...

Si, me parece que pones el dedo en la llaga. La cuestión es qué valor nos aporta el papel.
En otro tiempo el papel permitía una lectura reposada y profunda, pero hoy sabemos que la información en papel es tan superficial como la que ofrece la televisión.
Si a eso añadimos modelos ideológicos que ya no comparte una buena parte de la población, y en el caso de El País la descomposición de la clase media progresista que ha sido su fiel seguidora, tenemos una imparable cuesta abajo cuyo final ya veremos cual es.
Yo lo sentiré a pesar de que la deriva progre-chic de este periódico me irrite cada vez más, y la mezcla de pro-palestinismo y comida de diseño me parezca sencillamente repugnante.
Si cobran por su digital me atrevo a pronosticar que será un fracaso.