jueves, 24 de octubre de 2013

Mondragon

Lo primero que hay que decir sobre esta cuestión, es que Mondragon sencillamente no existe. Si alguien llega allí se encuentra con carteles que le dicen que está en "Arrasate" y la verdad es que ni el nombre ni el paisaje animan mucho a quedarse. Tampoco la gente que va por la calle, vestida invariablemente al estilo HerriBatasuna. (Y con ese corte de pelo tan peculiar que se gastan).

Sin embargo la idea de las Cooperativas Mondragón ha tenido siempre muchos adeptos.

Es un socialismo-cristiano basado en la idea de que los problemas sociales en el marco de la empresa se solucionan haciendo que los obreros sea a la vez propietarios.

Es una idea brillante que ha atraido por ejemplo a Kim Stanley Robinson, que en su reciente novela 2312, hace que "el sistema Mondragón" sea una de las grandes corporaciones industriales que dominan la escena económica y política de los planetas habitados del Sistema Solar.

Pero se ve que cuando una empresa entra en crisis, como ha pasado en Fagor, (que era al margen del Banco del Grupo, la empresa más grande del mismo), la circunstancia de que obreros y accionistas sea lo mismo, no funciona.

Cuando ocurre que hay que afrontar decisiones de reducción de costes, ese eufemismo para decir que hay que echar a gente, los directivos están más solos que la una.

Y o tienen el estómago de despedir a la gente o la empresa se va a pique.

Esto es muy dificil de entender por los trabajadores, y por razones muy comprensibles, y siempre se buscan razones para no hacerlo. Planes de expansión, nuevas líneas de producto, exportaciones a China...

Los de Fagor ya habían trasladado la producción en gran parte a Asia, pero claro, no podían dejar a sus accionistas-cooperativistas sin trabajo. Y eso les ha llevado a la ruina.

Y claro, la crisis del mercado de la construcción español, que a pesar del radicalismo de la población de Arrasate, era su principal cliente.

Hay en este asunto varias lecciones para nacionalistas y sindicalistas.

En un mundo global, ni las fronteras, ni las banderas, ni los eslóganes, ni las marchas, ni las huelgas te salvan cuando te llega el mercado con sus duras realidades.

Para los católicos-batasunos de Arrasate ha llegado el angel de la guadaña a su "paradisiaco" eden euskaldun.

No me alegro. De verdad. 


2 comentarios:

Javier Seijas dijo...

Pues yo Antonio tampoco es que me alegre por esta quiebra, pero si te soy sincero tampoco lo he sentido mucho.

Rebobinando la historia de los 30 últimos años creo que he derramado ahora por ellos tantas lágrimas como la mayoría de los que ahora van a ir al paro lloraron por los 900 muertos. O sea... pocas lágrimas.

Si de todos los males pueden derivarse bienes creo que este palo puede traerles un punto de humildad que les ayude a ser mejores personas. Es decir a dejar de ser animales en defensa salvaje de su territorio para convertirse, con el tiempo, en personas sociales.

Un abrazo

Antonio Cordón dijo...

Si Javier, es muy difícil sentir simpatía por esas gentes, pero yo cada vez que veo que cierra otra industria en nuestro país siento como si me arrancaran un pedazo de mi mismo. Acuérdate de lo que pasamos.