Si, es la policía, acompañada por el al parecer inevitable cortejo de periodistas gráficos, televisiones, jubilados irascibles y demás ingredientes de los linchamientos modernos.
En esta ocasión el linchado se llama Rodrigo Rato y hasta hace poco era un señor muy importante ante el que se abrían las puertas y todo eran sonrisas.
Hoy es un hereje al que se le ha colocado el sanbenito y todo el mundo le escupe y niega haberle conocido.
Francamente no comprendo en que berenjenal nos estamos metiendo al haber convertido la Hacienda Pública en una especie de religión y a la Agencia Tributaria en la Gestapo.
No comprendo a que viene este ansia de "ejemplaridad pública" que amenaza con devolvernos a lo peor de nuestro pasado.
Ni comprendo como los responsables de la Justicia y la Policía permiten, incentivan y cultivan una connivencia repugnante con lo peor de los medios de comunicación.
Parece que estemos alimentando una hoguera en la que terminemos quemando todo el sistema en beneficio de una mítica catarsis que nos convierta por arte de magia en Suiza, la tierra del orden y la limpieza por excelencia.
Con alegría insensata nos aprestamos a entregar el poder a las nuevas generaciones cuyo único mérito es el de ser jóvenes, y a jubilar o ajusticiar a los mayores como culpables de todas las corrupciones.
No defiendo ni a Rato ni a Chaves ni a nadie en particular.
Pero me gustaría:
Que los juicios fuesen rápidos.
Que las detenciones fuesen las imprescindibles y no fuesen públicas.
Que en los delitos monetarios se buscase más la devolución del dinero que el escarnio público de las personas.
Que se mantuvieran secretos los sumarios.
Que no se extendiese la sombra de la sospecha a todo el mundo.
Que se respetase la norma democrática de no culpar a nadie sin juicio previo.
Me parece que cuando se cruzan estas fronteras estamos entrando en terrenos peligrosos y mas cuando se cruzan por razones partidistas y sectarias.
Si Rodrigo Rato ha traspasado la línea de la Ley es algo que deben determinar los jueces tras un juicio con garantías.
No lo pueden determinar los "tribunales populares" ni los "tribunales de papel".
No creo que fuese necesario ir a detener a Rato con seis coches de policía y aviso previo a los medios.
Que yo sepa Rato no es Al Capone.
Si en España cuando llaman a la puerta a las cuatro es la Policía y no un repartidor de publicidad, es que nos estamos deslizando por la pendiente de una nueva dictadura.
Puede que Hacienda seamos todos, pero francamente eso no es lo mismo que que seamos todos (propiedad) de Hacienda.
viernes, 17 de abril de 2015
Son las cuatro y llaman a la puerta...es la policia
Publicado por Antonio Cordón a las 17:16
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