domingo, 23 de abril de 2017

Populismo en la cuna de la razón

¿Habrá algo más contrario al espíritu de la Ilustración que el nacionalismo?

¿En que fuentes beben los populistas de hoy?

Desde luego no en las fuentes racionales de Descartes o Kant.

En realidad no debería extrañarnos porque es sabido que la democracia es un sistema de contar votos y para eso igual vale el voto de Voltaire como el de un descerebrado con la mente llena de musica bakalao, pero lo grave es que los populismos se dirigen precisamente a aquello que hace que una democracia no sea solamente la suma matemática de los votos.

Me refiero a las instituciones y a lo que Montesquieu denominó los tres poderes, el ejecutivo, el legislativo y el judicial.

Un deseo unánime de los populismos es dinamitar ese sistema que consideran una trama que ahoga las legítimas aspiraciones de pueblo.

El pueblo y su santa voluntad es la clave del arco que va desde Donald Trump hasta Pablo Iglesias.

El pueblo español, el francés, el británico, el norteamericano tienen la palabra. Y tienen la razón puesto que son muchos.

America first. La France premier. Deustchland über alles.

Los malos son las élites, los extranjeros, la globalización. Nosotros solos podremos resolver todos los problemas que nos aquejan.

Las instituciones y los pactos y alianzas son el enemigo a batir. Que no haya ningún obstáculo a la voluntad del pueblo.

Resulta muy alarmante este resurgir del irracionalismo en todo occcidente.

Resulta muy cansino tener que recordar que las instituciones se crearon precisamente para evitar los desmanes y desafueros de los gobernantes, y que las alianzas se crearon para tratar de evitar guerras.

Que la democracia representativa se creó para que unos pocos pudiesen dedicarse en cuerpo y alma a la consecución del bien común, y que esos pocos debían ser sustituidos tras un periodo concertado por otros pocos, y que en cada caso esos gobernantes tenían que rendir cuentas a sus representados.

Y que en todo momento los jueces y la policía tenían que poder corregir las eventuales conductas descarriadas.

Si, solo es un sistema pero ha sido lo mejor que hemos producido desde que la Constitución americana primero, la francesa después y la española de 1812 a continuación, establecieron un modo de ejercer el poder alejado de la tiranía y la voluntad del soberano de turno.

¡Que lejos parece todo esto en esta mañana de domingo en la que los franceses van a las urnas para elegir presidente, entre los miedos a un sistema económico que ya no garantiza la mejora permanente, las amenazas del terrorismo religioso, y las llamadas al aislacionismo!

Aunque podamos pensar que lo peor no puede llegar a suceder, la verdad es que desde hace unos meses la cosa no ha hecho sino empeorar.

Uno se pregunta como es posible que haya tanta gente a la que se pueda engañar con el cuento de que un personaje grotesco va a poder solucionar los problemas un país con solo llegar, poner muros y salirse de las instituciones.

¿Donde estará el espíritu racional de Descartes?

Yo, para que conste "voto" por Emmanuel Macron.        

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