La salida de tono del Presidente del Eurogrupo, el holandés socialdemócrata, Jeroen Dijsselbloem, sobre lo que han hecho supuestamente los países mediterráneos con los dineros que amablemente nos han transferido los países nórdicos y centroeuropeos ha producido unas reacciones un tanto exageradas en los países mencionados que se han apresurado a pedir la retractación pública de Dijsselbloem o en todo caso su dimisión.
No es para tanto.
De sobra sabemos los mediterráneos lo que piensan de nosotros los arios centroeuropeos, como también sabemos que en el fondo esas críticas esconden unos deseos freudianos de tener esa vida que aparentemente critican.
Pero una cosa es pensarlo y otra decirlo públicamente cuando se tiene un cargo que representa no solo a los norteños sino también a los sureños.
Una respuesta inteligente a este comentario hubiese sido recordar al señor Dijsselbloem que en España o Italia se ve, efectivamente, a mucha gente ociosa y alegre mas allá de lo natural, pero que esa gente son normalmente holandeses, alemanes y otros turistas, ya que españoles e italianos son los camareros, taxistas, cocineros, recepcionistas, etc. que les atienden en sus vacaciones. No hay que confundir.
A lo mejor cuando el señor Dijsselbloem se formó esa opinión, también él estaba un poco alegre.
sábado, 1 de abril de 2017
Vino y Mujeres
Publicado por Antonio Cordón a las 11:51
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