viernes, 19 de agosto de 2011

Benedicto

Sigo con algo de pereza las tertulias en las que se habla del viaje del Papa y de sus discursos.

Las ramplonas opiniones de los "laicos" y las babosas de los católicos, me parecen como siempre, un espejo de la incultura de este país, en el que por lo general el que habla no tiene ni idea de lo que trata.

Ratzinger es de todo menos estúpido y no da puntada sin hilo, y este viaje forma parte de una estrategia, compartida con los grandes grupos religiosos-protestantes de los USA.

Una estrategia que desborda los cauces habituales de la religión para tomar posiciones firmes en torno a lo que este antiguo profesor de filosofía y durante muchos años cabeza del Santo Oficio, o sea la Inquisición, antes de imponerse como Papa a la muerte de su antecesor, en el cargo y en la estrategia, Karol Woitila.

Habrá que recordar que Ratzinger fué discípulo de Hans Kung, el mayor de los teólogos del siglo pasado, y del actual ya que todavía vive aunque apartado del magisterio por orden de su discípulo.

Kung se hizo "aperturista" en un momento en que Ratzinger había decidido que el Concilio Vaticano II, era el comienzo del fin para la civilización occidental.

Y eso que Ratzinger había sido de los que mas trabajaron para ese concilio.

Pero las revueltas estudiantiles del 68, los movimientos contraculturales, las marchas por la integración racial, las presiones feministas y en general los movimientos antiautoritarios, causaron un gran impacto en el entonces profesor, que se hizo reaccionario total.

Y su momento llegó cuando Woityla, anticomunista visceral, fue elegido.

Entre los dos conectaron con los movimientos cristianos americanos, y así empezó la gran contra-revolución que ha alcanzado ahora muchos de sus objetivos, pero sigue empeñada en conseguir el final: acabar con el relativismo y restaurar el reino de Dios en la Tierra.

O sea conseguir que las leyes humanas se plieguen de nuevo a los mandatos "eternos" de la religión.

De eso va toda esta movida, de conseguir que una parte al menos de los jóvenes vaya separándose de las posiciones "modernas" relativistas, y vuelva a la vieja senda de la familia de roles establecidos, la maternidad responsable, y naturalmente el magisterio de la iglesia que no está para ser discutido sino aplicado sin rechistar.

Es la misma batalla de los evangelistas y presbiterianos americanos, y en ella están implicados muchos políticos, medios de comunicación, think tanks, y tertulianos aparentemente neutrales.

Algunos de los evangelistas creen que ha llegado el momento del Armagedon, o sea, la batalla final entre los creyentes y los malos, y aunque parezca mentira muchas batallas aparentemente políticas tienen este sustrato ideológico por debajo.

Ratzinger no está actuando porque si.

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