lunes, 12 de septiembre de 2011

12 de Septiembre

He dejado, voluntariamente, que pasase el 11S con sus fastos y sus lágrimas de oropel, para que salga una reflexión mas serena, y no las habituales y sensibleras columnas al uso.

Y eso que hay que reconocer que aquella ocasión tuvo unas consecuencias que veremos si alguna vez desaparecen: nos tenemos que quitar el cinturón en los aeropuertos.

Estados Unidos es un país con una autoestima excesiva, que solo ha sido atacado dos veces: la primera en Pearl Harbour y la segunda en Nueva York: la primera vez produjo la destrucción de Japón y su intento de crear un imperio asiático.

La segunda la puesta patas arriba del mundo musulmán.

En ambos casos, la destrucción causada al otro no tiene ninguna proporcionalidad con la recibida.

En Pearl Harbour murieron unas tres mil personas.

Solo en Hiroshima murieron mas de doscientas mil.

En el World Trade Center murieron otras tres mil.

En lo que llevamos de guerras y revoluciones musulmanas, ni se sabe.

Pero, eso si, nos ponemos todos firmes a escuchar el himno americano, y no hay quien que contenga la emoción viendo a Obama y Bush junior de la mano ante el monumento a las víctimas.

Seguro que para los familiares de estas han sido días malos, y desde luego el terrorismo es injustificable, pero ¿alguien ha hecho algún breve inventario de las barbaridades ocurridas en el mundo en los últimos cien años?

Si tuviésemos que escribir los nombres de todos aquellos que han muerto de forma violenta en cualquier rincón del mundo, no habría piedra suficiente ni sitio donde ponerla.

Solo con que pusiésemos los nombres de los que aquí en nuestro país han muerto así en este último siglo podríamos ir desde Algeciras a Irun escribiendo.

Hacen bien los americanos en honrar a sus muertos.

Pero el alarde de corresponsales extranjeros, y españoles en particular, me parece una exageración, y un intento ridículo y vergonzante de bailar el agua a los poderosos.

El día 11 de Septiembre de hace diez años se disparó la paranoia americana y desde entonces andamos todos mirando hacia atrás.

El mundo no es mas inseguro que antes, pero desde luego es mucho mas incómodo.

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