miércoles, 7 de septiembre de 2011

Reencuentro

¡Que agosto hemos tenido este año!

El ecosistema financiero tambaleándose, la bolsa cayendo en picado, el crecimiento económico mundial acercándose a los números rojos, el desempleo desbocado, los gobiernos tomando medidas desesperadas, ... y mientras, la gente en la playa pasando de todo o en las barricadas londinenses apedreando a la policia.

También hemos tenido huracanes, tormentas tropicales y tifones, y en Libia el penúltimo acto de esas guerras en el medio oriente musulman, que dicen los buenistas que van ganando los buenos.

Pero comienza Septiembre y como todos los últimos veintitantos me voy a la Universidad de Verano Menendez Pelayo de Santander a escuchar como va la cosa de las telecomunicaciones y la Sociedad de la Información.

Como este año era el 25 aniversario del encuentro, hemos trabajado en la línea de hacer una reflaxión sobre lo acontecido entre 1987, año de la Ley de Ordenación de las Telecomunicaciones, o sea liberalización de las mismas, y 2011, año en que los operadores e industrias comienzan a reconocer publicamente, que hay que parar la liberalización cuanto antes.

¿Y por qué este cambio de opinión?

Pues, porque en 2011, los operadores ya saben que sus enemigos no se encuentran tanto entre sus filas de supuestos competidores, sino en el mundo de internet y de las grandes marcas de terminales inteligentes, cuyos ecosistemas de aplicaciones amenazan con convertir en irrelevantes a los proveedores de mero acceso.

Hoy, los operadores comienzan a aceptar su rol secundario respecto al cliente final, y a buscar en economías de escala gigantescas sus futuros beneficios.

Claro que dichas economias de escala ya suponen que en USA solo "quepan" dos operadores móviles, lo que significaría un movimiento similar en Europa, que ya veremos como se consigue dado el poder de los nacionalismos y la desconfianza secular en los vecinos.

También los operadores hablan de "colaboración" entre competidores, y de poner fin a las políticas que fuerzan una competencia esteril, mas allá del populismo, y un abandono de las inversiones en infraestructuras, que sencillamente es suicida.

Otra cosa que se escucha es el concepto de política industrial, lo que resulta dolorosamente insultante para los que siempre pensamos que cerrar las fábricas en Europa era un gravísimo error, por mucho que lo dijesen los preceptos liberales.

Hoy, con un desempleo inmanejable, y con unos jóvenes fuera del sistema crecientemente cabreados, los políticos se dan cuenta de que hay que retomar la idea de "favorecer" a nuestras industrias.

Esperemos que todavía sea posible.

Seguiré informando.

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