martes, 28 de mayo de 2013

Vivir en un viedeojuego

Las imágenes del nigeriano londinense, empuñando un cuchillo de carnicero con las manos tintas de sangre, y explicando a una cámara las "razones" de su acción, son en si mismas una tesis doctoral sobre como la gente ha perdido el sentido del riesgo, el miedo en suma, que tan bien le ha venido a la humanidad desde que se bajó de los árboles y entendió que el gato que venía hacia ellos no era un juguete sino una máquina de matar.

Hay en la escena londinense dos características merecedoras de estudio.

La primera es la propia actitud del carnicero, que en vez de salir corriendo antes de que llegue la policía, como habría hecho un mafioso profesional, se queda haciendo el gilipollas junto al cadaver, mientras le cuenta a una señora con un teléfono móvil en la mano sus hazañas y sus amenazas.

La segunda es la actitud de la señora, que en lugar de salir igualmente corriendo como hubiese hecho cualquiera con dos dedos de frente al ver acercarse al facineroso armado y ensangrentado, saca el móvil, lo pone en modo grabación y se pone a entrevistar al sujeto.

¿Por qué no tenemos miedo?

¿Por qué la gente se pone a grabar tornados que se acercan, tsunamis aterradores, aludes, y todo tipo de terremotos y catástrofes?

¿Por qué se lanzan en parapente, torrenteras abajo, pilotan aviones de papel, se sumergen con tiburones blancos, o suben al Kilimanjaro en zapatillas?

Yo solo le encuentro una explicación y es que de tanto ver películas de acción en donde el héroe sale adelante de cualquier  fenómeno atmosférico, amenaza bélica, carrera de coches, motos, aviones, etc, la gente ha perdido el sentido del peligro y considera que la realidad se ha convertido en parte de una película o un video-juego, en el que la muerte es reversible, y siempre se puede pulsar la tecla re-start.

Ya no ven los ciclones o los asesinos como amenazas directas a su integridad personal, sino como alicientes emocionantes a sus vidas aburridas.

Y sienten ante el peligro que están ante la oportunidad de su vida para hacer que todo tenga sentido. Para hacer que su existencia quede justificada por la heroicidad convertida en fotografía, imagen de vídeo o cualquier otro soporte que se pueda "colgar" de la red.

Ahora el miedo se ha trasladado a los agentes invisibles, virus, gérmenes, enfermedades, etc.

Un león no da miedo. Tampoco un loco asesino.

Lo que más miedo nos da es la cola del paro.   

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