miércoles, 1 de mayo de 2013

Primero de Mayo

Segun pasan los años, los primeros de mayo se vuelven más melancólicos y hasta contraproducentes, ya que lejos de mostrar la fortaleza sindical la retratan como un movimiento mortecino, canoso y cansado, que repite consignas que ya no se creen ni los mas fanáticos de la lucha de clases.

Es una pena porque los sindicatos han tenido su importancia para la mejora de las condiciones laborales en Europa e incluso en Estados Unidos, donde son combatidos con toda la parafernalia del conservadurismo de pistolón y perros salvajes.

Lo sucedido en Bangla Desh nos recuerda lo que eran las condiciones de trabajo en todas partes no hace tanto tiempo, la falta de derechos, la explotación descarnada, la miseria y la esclavitud en sus diversas formas.

Cuando se dice que la reforma laboral no ha terminado y que habrá que seguir "flexibilizando", me parece claro por donde vamos.

Podemos esperar sueldos menores, mas horas de trabajo, despidos baratos o directamente libres de toda carga, y sobre todo y en las zonas bajas de la sociedad, una vuelta a las relaciones amo-esclavos.

No es fácil salirse de estas tendencias porque las fuerzas de la globalización nos dominan y hacen que seamos nosotros mismos como consumidores ávidos de productos baratos, los que nos hundamos cada vez más en la miseria del desempleo.

Y no advierto en la gente ningún síntoma de reacción.

El embrutecimiento de las clases populares, que se refleja tan bien en la programación televisiva, y la falta de alternativas políticas que ofrezca a esas gentes una esperanza por la que merezca la pena luchar, solo nos ofrece un horizonte de tiendas chinas y ejércitos de subempleados.

La ciencia ficción ya nos había anunciado este mundo, y escritores como Ballard y Philip K. Dyk, lo habían reflejado en sus  obras mas apocalípticas, aunque para mi es la novela "Las Torres del Olvido", de un autor australiano que no recuerdo ahora, la que mejos describe el mundo al que vamos.

Está claro que se impone el salvese quien pueda y que el tiempo de la fraternidad y la solidaridad han terminado.

Hoy desfilarán por las calles los espectros de lo que fueron orgullosos movimientos de la clase obrera.

Sus gritos resonarán en el vacio como los de los locos en el manicomio.

Me da pena pero hay que mirar hacia delante.

Es como cuando Robert Wyatt canta The Scarlet Banner.

Desolador.

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