El Consejo del Poder Judicial acaba de aprobar por el voto de calidad de su Presidente, la aplicación del castigo medieval del escarnio público.
Con la complicidad asegurada de los medios de comunicación, como ya sabemos al servicio de la policía y de la Hacienda Pública, harán desfilar a los defraudadores por los domicilios de todos los españoles para su humillación y castigo.
Pues muy bien. Queda inaugurada así una nueva etapa de la larga historia de la infamia en España.
Hacienda no solo se queda con todo el dinero que nos puede arrebatar, sin cortarse un pelo y sin que les tiemble la mano, sino que aspira a tenernos a todos acogotados y escarnecidos.
Yo no se si alguien aparte de mi se da cuenta que en estas últimas semanas se han multiplicado las operaciones de policía contra los infractores a Hacienda, pero la verdad es que no hay día sin que nos llegue una amenaza o una operación, como la que ayer y hoy se está realizando contra los chinos del Polígono Cobo Calleja aquí en Madrid.
Estoy seguro que estos ciudadanos chinos incumplen mas leyes que las que existen en nuestro país pero aquellas por las que están siendo detenidos son precisamente las que hablan de evadir impuestos.
A mi no me parece mal que Hacienda cumpla con su tarea de recaudar fondos.
El edificio del Estado depende de que existan esos fondos.
Lo que me parece mal es que se instaure un reino del terror semi-religioso sobre la cuestión de los impuestos y que se actúe en esta cuestión con una severidad que debería reservarse para delitos más importantes.
Parece que la tibieza que se manifiesta en la represión de los delitos contra los ciudadanos y sus propiedades, con delincuentes que entran y salen de las comisarías con una facilidad que a ellos maravilla y a nosotros aterra, se vuelve dureza y ejemplaridad cuando de lo que se trata es de la "propiedad del Estado".
Yo ya se también que el Gobierno dice que esa propiedad "es de todos", pero dado el nivel de corrupción en el ejercicio de la función pública, resulta sospechoso que el Estado se vuelva tan severo con sus dineros y no con los de los demás.
Por otra parte, la pena de escarnio resulta muy poco decorosa para el conjunto de la ciudadanía a quien se convierte en público de semejante espectáculo.
De la misma manera que una de las principales objeciones a la pena capital es que nos convierte a todos en cómplices de homicidio, el escarnio nos convierte a todos en portadores de un conocimiento que no necesitamos.
Excepto naturalmente que de lo que se trate sea de asustarnos y someternos a la dictadura de Hacienda.
Desde que terminó la dictadura franquista he sentido la necesidad de escapar de todo planteamiento dictatorial que me parece siempre un abuso intolerable.
Y me parece que Hacienda se está pasando....mucho.
martes, 12 de mayo de 2015
El escarnio
Publicado por Antonio Cordón a las 17:14
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