martes, 23 de junio de 2015

Perros

Vamos a olvidarnos por un día de los avatares de la política o de la sociedad de la información y a dedicar una entrada a los perros, esos animales que llevan acompañándonos desde hace unos diez mil años, o sea desde que decidimos dejar de vagabundear.

La aparición casual de unos cachorros en una balsa de alquitrán en un pueblo de Murcia (España), ha levantado una oleada de indignación por el efecto viral de las imágenes impactantes y ha puesto el debate del trato a los animales en el centro de la atención popular.

Es un debate que en España se asocia a los toros o a otros animales utilizados en algunas fiestas bárbaras pero que en otros países, quiero decir en aquellos países en los que se debaten los grandes temas y no solo las tontunas de turno, ya está alcanzando las fronteras de la filosofía y la ciencia para centrar esta cuestión en ese espinoso territorio de la conciencia y la vida.

Los humanos de nuestra especie, tras acabar con todas las demás especies humanas, de momento a parte los neandertales ya hemos descubierto otra en la isla de Java y otra en Siberia, nos situamos en la cumbre de la cadena alimentaria y decidimos que había dos clases de seres: nosotros y los demás.

A nosotros nos asignamos la inteligencia y el alma, y a los demás un carácter utilitario y la bestialidad.

Según hemos ido perdiendo la fe en la existencia del alma nos hemos quedado en un territorio más incierto que es de la inteligencia, para diferenciarnos de los animales y por razones obvias cada día nos entran más dudas.

No solamente hay humanos que ofrecen  una apariencia de vida inteligente mas que discutible, sino que resulta cada vez mas difícil afirmar que no existe inteligencia en los animales.

Así que como la cuestión no es si nosotros tenemos inteligencia y los demás no, la cuestión tiene que ser cuanta inteligencia tenemos unos y otros, y si el tener más nos proporciona el derecho de tratar a los animales como los tratamos.

Los primeros en abrir el debate han sido los científicos que tratan con otros primates, (nosotros somos primates también), porque en el estudio de chimpancés, gorilas y orangutanes nos estamos llevando muchas sorpresas.

También estamos perplejos por la inteligencia que muestran los delfines y otros cetáceos y naturalmente por lo que vemos cada día en los perros.

Los perros son animales que viven con nosotros literalmente, o sea que comparten cada momento de la jornada y nos acompañan como si fuesen una extensión de nosotros mismos.

Los hay más inteligentes y mas tontos, pero eso también pasa con los humanos.

La cuestión es que aún cuando viven con nosotros y nos acompañan, no tienen ningún derecho.

Podemos darles de comer o matarlos de hambre.

Podemos disponer de cada momento de su vida y después acabar con ellos.

Podemos utilizarlos y también decidir que son un estorbo y abandonarlos.

E incluso hay culturas que los consideran un animal para el consumo igual que nosotros consideramos a un pollo.

Este es un debate complicado porque en España estamos todavía sin decidirnos a prohibir el maltrato a los animales lo que conduce a aberraciones como las matanzas de galgos tras la temporada de caza, pero al margen de normas y leyes creo que cabe una reflexión sobre por qué consideramos que tenemos legitimidad los humanos para disponer de toda la vida a nuestro alrededor y a destruirla sin ninguna consideración.

Soy carnívoro, así que no quiero llevar esta cuestión hacia el otro extremo del hinduismo mas radical o el ascetismo vegetariano, pero la verdad es que cada vez me surgen más dudas respecto a que papel jugamos los humanos en esta representación de la vida.

Y cuando veo a los pescadores japoneses masacrando delfines o ballenas me entran escrúpulos y dudas.

También cuando he observado como se trata a los primates como piezas de caza. ¿Como podemos matar a un animal que se parece tanto a nosotros?

Y en el asunto de los perros, ¿como se puede lanzar a unos cachorros a un charco de alquitrán?

¿Que derecho tenemos a disponer así de su vida?

¿En que clave de nuestro cerebro podemos ignorar el sufrimiento que causamos?

¿Donde ponemos la barrera que nos distingue de los animales?

El caso de los bosquimanos, a los que hasta bien entrado el siglo XX se cazó como a animales y a cuyos niños se entrenaba como animales de compañía, nos indica que esas barreras no son claras y que tenemos que tener la capacidad de reconocer que a lo mejor nos estamos pasando de la raya como especie.

A quien quiera tener un punto de vista diferente sobre el asunto le recomiendo la lectura de la serie de Ciencia Ficción "Marea Estelar" de David Brim.

El tema de la inteligencia y la conciencia son muy perturbadores.        

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