Las tecnologías de la información han introducido muchos cambios en nuestras vidas.
De hecho resulta difícil recordar como era el mundo antes del móvil o antes de de Internet, y la verdad es que ambas cosas son muy recientes.
Dentro de poco nos resultará imposible recordar como era el mundo antes de las redes sociales a pesar de que en realidad para muchos es algo casi ocurrido ayer mismo.
Supongo que en cada sociedad, la ampliación de nuestros sentidos a través de la tecnología, habrá tenido efectos diferentes puesto que se trata de eso, de agrandar el radio de acción de lo que antes hacíamos en un círculo reducido.
No se como habrá afectado este asunto en Suiza, pero en España la posibilidad de llegar con nuestras bravuconadas y barbaridades a todas partes a la vez está teniendo efectos muy didácticos.
Somos los españoles muy dados a hacer comentarios "fuertes" porque tenemos la conciencia de que todo lo que digamos se olvida rápidamente y se perdona.
De hecho consideramos que las promesas que hacemos del tipo, "la semana que viene te llamo y hablamos", en realidad quiere decir "no esperes que te llame".
Y cuando llegamos al mundo de la exageración y la hipérbole, somos capaces de adular o de insultar con desparpajo, en la seguridad de que al día siguiente ya nadie se va a acordar.
En los bares y reuniones lo mismo se manda a la horca que se tira una bomba atómica en la Puerta del Sol.
Lo mismo se mienta a la madre que se pone en tela de juicio la paternidad de los hijos.
Y no pasa nada, porque todo el mundo sabe que en realidad "no tenemos mala intención".
Es que somos unos bocazas.
Pero héte aquí que las redes sociales conservan los exabruptos y los insultos y nos los devuelven en letra impresa.
Y aquello que cuando se vociferaba simplemente era aire y se marchaba con el aire, la letra impresa resulta tremendamente reveladora del carácter de cada cual.
El twitter es la maldición de los bocazas porque allí donde antes un comentario soez o directamente criminal parecía una gracieta, ahora parece soez o criminal.
Y además las redes sociales no dejan duda sobre la autoría de las fechorías: el bocazas queda expuesto sin remedio.
Sin embargo esta constatación no ha desincentivado a tanto salvaje que hay en nuestro país para catapultar sus insultos y amenazas urbi et orbis.
Menudean los mensajes brutales en la red desde la sensación de impunidad que ofrece la tecnología.
Solo cuando el bocazas se expone a la opinión pública, el foco de la atención saca a relucir sus barbaridades a la luz.
Y esas barbaridades les retratan más que una biografía de 1000 páginas.
No se si es mejor que aprendamos a ser prudentes en nuestras incursiones en la Red o por el contrario es conveniente que cada cual se exprese tal cual es.
Así por lo menos sabremos con quien nos jugamos los cuartos.
Lástima que cuando Eduardo Zaplana dijo (por teléfono) aquello de "yo estoy en la política para forrarme", no lo hubiese puesto en un twitter.
jueves, 18 de junio de 2015
¿Por qué los españoles somos tan bocazas?
Publicado por Antonio Cordón a las 17:07
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