jueves, 21 de abril de 2011

La vida ligera. Una reflexión cuaresmal.

Animado por la referencia de una referencia favorable leo el artículo de Jordi Soler en El País que se titula "La vida ligera", en el que se cantan las ventajas de una vida, como diría Machado, ligera de equipaje, es decir de una vida alejada de la que hemos seguido los de la generación anterior, y en la que hemos acumulado, títulos académicos, curriculums laborales, casas, y otras ataduras variadas.

Vista la dificultad de adquirir una casa y un trabajo fijo, dice el autor, dejémonos de historias y vivamos el momento sin pensar en el mañana. Al fin y al cabo hay enormes oportunidades en la red para hacerse millonarios desde casa con una feliz idea, y no hace falta tanta historia.

Y para que meterse en una hipoteca a cuarenta años si uno no sabe donde va a acabar en los trajines de la vida.

La verdad es que no le falta razón al autor visto el panorama que se nos presenta, y me pregunto si eso mismo no lo estaréis pensando muchos jóvenes a los que la combinación hipoteca-trabajo inestable no os termina de encajar.

Lo de hacerse millonario de la red es una opción atractiva, aunque me temo que se tienen las mismas posibilidades de que te toque la lotería o de hacerse rico con un pelotazo de suerte en el tráfico de cocaína, porque el número de estos millonarios es muy limitado, y el de los que se dejan la piel intentándolo me temo que muy grande.

Silicom Valley es famoso por los millonarios pero también por los divorcios, el alcoholismo, las depresiones y los suicidios.

Por otra parte, no todo el mundo puede dedicarse a la informática ni a diseñar contenidos o simulaciones de fluidos. Ni por talento ni por oportunidad.

Me temo que para la mayoría de la población la vida dista mucho de poder ser ligera, y que muchos de los que lo intenten acabarán en la ligereza de la indigencia, que es una ligereza distinta de aquella de la que gozan los modernos Faustos.

Y es que ese mito de la vida ligera se parece mucho al mito faústico del pacto con el diablo para ser siempre joven, atractivo e inteligente.

Estaría muy bien ser siempre así y ser un nómada surfero de lo mucho que el mundo tiene que ofrecer, (siempre que seas joven, listo, guapo y osado).

La gran mayoría empero ni lo somos ni lo seremos nunca, y las posibilidades de que se nos aparezca el diablo a tentarnos es francamente remota.

Además hay un pequeño problema que es el envejecimiento que pone unos límites muy poco ligeros a los sueños de una vida ligera.

Como dice el poeta alemán Rilke en un poema sobre el otoño, (el de la vida), cuando empieza a soplar el viento frío, "no hará casa quien ahora no la tiene. El que ahora está solo, lo estará siempre."

Y por eso las hormigas de la fábula se pasan el verano acarreando el trigo a su granero mientras la cigarra practica la vida ligera.

Es verdad que estamos en una época llena de incertidumbres, en la que quienes gobiernan han demostrado ser unos bufones incapaces de prever correctamente las consecuencias, (por otra parte perfectamente previsibles), de un sistema basado en el consumo irresponsable, el predominio de los financieros, la avaricia y la adoración al becerro de oro.

Una época en que se está derrumbando el entramado social construido después de las guerras mundiales, y en el que el crecimiento insensato de población está tensando todos los recursos naturales y los sistemas productivos asociados a cada uno de ellos, desde el petróleo al trigo, y desde el café al lino.

Un tiempo en que los desheredados de la tierra han decidido no aguantar mas y se han puesto en movimiento, (como sucedió al final del imperio romano), para vivir el el primer mundo.

Un tiempo de ladrones, mentirosos, incapaces y mentecatos.

Y por eso precisamente la vida ligera no es sino un escapismo semejante al de otras épocas con las quinielas y los pisitos de protección oficial, que llenaban los sueños de la generación de mis padres.

En esa generación precisamente es en la que hay que fijarse.

No en la nuestra, que ha vivido una coyuntura que en nuestra inocencia creíamos definitiva e interminable, y que ha resultado tan solo ha sido un paréntesis en la larga marcha de la humanidad hacia su emancipación del hambre, los tiranos, las enfermedades y los falsos profetas.

Cuando esas personas, mis padres, llegaron a los veinte años la vida ligera consistía en pasar la tarde del domingo en un café con la consumición mínima, y soñar que un día podrían aspirar a comprarse un traje y comerse un filete con patatas.

Y aún ellos, con tan malas perspectivas, han llegado a jubilarse en una cierta comodidad.

Pero casualmente fueron los que entre ellos optaron por el esfuerzo, el trabajo, el estudio, y la vida pesada, los que mejor salieron adelante. No todos lo hicieron.

También ahora en las nuevas generaciones pasará lo mismo.

No habrá para todos como pasó en mi generación.

Pero si para algunos.

Puede que para algunos de los elegidos de la vida ligera, pero seguro que para bastantes de los que elijan la vida dura del esfuerzo y la superación y se dejen de fantasías.

Y si la inspiración para la aplicación feliz llega cuando estamos trabajando, pues mejor que mejor.

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