¡Lo que va de ayer a hoy!
Antes lo principal era el acontecimiento y lo secundario su retransmisión.
Hoy, como se acaba de demostrar, lo principal es la retransmisión y el acontecimiento se tiene que plegar a las reglas del espectáculo, igual que una obra de teatro televisado, y los protagonistas tienen que mirar a la cámara que toca cuando toca, y no en ningún otro momento.
Las muchedumbres miran extasiadas a las pantallas y cientos de millones de personas "sienten" que han estado allí donde se producía el acontecimiento del año, del siglo o del milenio.
Las señoras lloran en una playa de Marbella, en un casino de Hong Kong, o en un pub de Melbourne, mientras se sujetan el sombrerito "que hay que llevar" para la ocasión.
Gracias a las tecnologías de la información el mundo es un lugar muy pequeño, al menos en nuestro entendimiento, y todo se supedita a su enorme poder de sugestión.
¡Que hubiera hecho Nerón con estas herramientas!
Da igual que sea un tsunami, una boda, la elevación de un Papa a los altares.
Lo importante es que se televise en alta definición.
La calidad de la imagen nos coloca allí y "sentimos" que pertenecemos al acontecimiento y que aquellas personas son como de la familia.
Me pregunto como va a ser cuando lo veamos en 3D, o dentro de un poco mas introduciéndonos en mundos virtuales tri-dimensionales, y hasta con olores o sensaciones térmicas.
Que experiencia personal puede rivalizar con la de sentirse arrastrado por un tsunami, cantar un himno en la boda de Will y Kate, o un tedeum en el Vaticano, y ademas sin tener que movernos del sillón de nuestra casa.
Nuestras grises vidas se ven incentivadas por la participación en múltiples acontecimientos irreales en las que somos parte del coro griego que deambula por el escenario mientras los protagonistas se enfrentan a sus destinos.
Lo mejor es que esos protagonistas ahora consideran que su tarea es actuar para el coro.
Antes los reyes hacían lo que les daba la gana.
Ahora son protagonistas de un docu-drama, y como dicen en la película "El discurso del Rey", unos simples cómicos, cuyo sueño es disponer de alguna intimidad de vez en cuando.
Y no acaba ahí la cosa.
En unos meses habrá películas y series de televisión sobre la boda, porque no nos vale con haberlo visto. Tenemos que re-elaborarlo, representarlo y convertirlo en ficción.
La realidad no nos vale.
Queremos un mundo de Walt Disney. De príncipes y princesas.
Preferimos lo irreal.
La verdad es que no me extraña.
sábado, 30 de abril de 2011
Irreales bodas reales
Publicado por Antonio Cordón a las 19:06
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