domingo, 1 de mayo de 2011

Primero de Mayo

¿Para que sirven los sindicatos en este siglo XXI?

Ni ellos mismos lo saben.

Reducidos a una tarea de gestionar EREs, y negociar con fantasmales organizaciones empresariales, los sindicatos no representan hoy mas que a unos nostálgicos de la lucha de clases acomodados a las subidas salariales de los convenios y a la pre-jubilación.

Los sindicatos actúan en grandes empresas y en "empresas" públicas, y ahí está el resto de su poder. (Sobre todo en estas últimas).

Ahí todavía se ven los últimos restos del matonismo sindical, y se hacen notar con huelgas salvajes de transporte público o de limpiezas.

Como en ambos casos el resultado son molestias intolerables para la población civil, el cariño que se tiene a estas caducas instituciones ha caído en picado, y ahora cuando convocan huelgas generales, lo único que es general es la falta de asistencia.

Aun así, los líderes sindicales se pasean por los medios de comunicación como si representasen a alguien, y negocian con las patronales acuerdos que a nadie convencen.

Y no es que yo piense que no deben existir algunas formas de defensa de los trabajadores y los empleados de toda jerarquía.

Es que las formas decimonónicas de representación no sirven.

No podemos regresar al tiempo del primer liberalismo que generó una clase obrera hambrienta y cabreada, y como consecuencia unos ciclos revolucionarios que causaron destrucciones y matanzas por todo el mundo.

Pero no podemos tampoco olvidar que el epicentro de la economía son los empresarios y que no se deben poner excesivas cortapisas a una tarea que es siempre difícil e inestable.

En el mundo de las tecnologías de la información y del crecimiento sostenible al que nos estamos dirigiendo, tiene que haber forma de resolver las contradicciones entre el derecho del empresario y los derechos de sus empleados mas allá de convenios colectivos provinciales o sectoriales, y mas allá de comités de empresa.

Las leyes laborales deberían ser simples y transparentes, y el estado debería actuar en base a esas leyes, tanto frente a empleados gorrones, como contra empleadores sin escrúpulos.

Como en nuestro país abundan los unos y los otros, tenemos por fuerza que pensar que algo no funciona bien en el sistema.

Pero la solución no puede ser considerar a los trabajadores como angelitos y a los empleadores como sanguijuelas, o viceversa.

Las clases sociales, los convenios provinciales, los acuerdos nacionales, son ilusiones de un mundo que ya no existe.

Si de algo nos sirven las tecnologías de la información es para tratar de forma individualizada situaciones complejas. Para saber que cada empresa y cada trabajador son casos singulares, y para poder dar respuesta en base a peculiaridades individuales y no genéricas.

Las TIC han dejado obsoletos a múltiples intermediarios.

Y los sindicatos no son mas que eso, unos intermediarios que tratan de ordenar un mundo que no se deja ordenar.

Desde luego que para que las relaciones laborales pudieran individualizarse necesitaríamos una justicia o unos sistemas de arbitraje modernos y los que tenemos son tan decimonónicos como los sindicatos.

Pero esa es cuestión para otro post.

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