domingo, 8 de mayo de 2011

La sociedad de los sueños

Internet ha convertido el mundo, particularmente el occidental, en una gran plaza pública donde asistimos a los espectáculos mas dispares, y no tenemos ojos ni oídos suficientes para captar todo lo que pasa a nuestro alrededor.

Me recuerda cada vez mas a como era la plaza de Jemaa el Efna en Marrakesh tal como la visité en el segundo de mis viajes mochileros por Marruecos a mediados de los años setenta del siglo pasado.

Entonces Marruecos no era un destino turístico y los únicos que iban eran hippies tardíos o intelectuales fatigados. (Dejo a la imaginación de cada cual colocarme en uno u otro grupo).

Y la plaza en cuestión era una representación de un mundo perdido: el de las mil y una noches, o el de la edad media, según gustos.

Quiero decir que la plaza no era todavía una caricatura del show business musulmán para turistas y aficionados a lo exótico, sino que era lo que había sido durante los últimos mil años, o sea un punto de encuentro para beduinos del desierto cercano, artesanos, lisiados, ociosos en general y vagabundos en particular.

De todas las cosas que vi en aquella plaza la que mas me llamó la atención fue la figura del narrador de cuentos.

Era un hombre enjuto, de piel oscura como requemada por el sol, y unos ojos brillantes que transmitían la pasión de la narración. (Que yo obviamente no entendía).

Un grupo muy numeroso le rodeaba y le había hecho corro.

Y aquel hombre, en una representación de una tradición multi-milenaria, modulaba su voz, que tan pronto era un quejido como un susurro, y agitaba sus brazos subrayando sus frases con movimientos como de un ballet secular.

Y la muchedumbre a su alrededor no apartaba la vista ni se oía un carraspeo.

El narrador había captado la atención de su audiencia y esta le seguía entusiasmada.

Cuando me fui a otro lugar de la plaza el narrador seguía su cuento y no se cuanto duraría su encantamiento de la audiencia.

Pero me he acordado muchas veces de este contador de cuentos cuando yo he tenido que dirigirme a una audiencia y he echado de menos el tener ese poder de seducción.

Y es que nos gustan los cuentos.

Y en el mundo de internet los cuentos están a la orden del día.

Nos los cuenta Obama con sus malos malísimos y sus caballeros con armadura resplandeciente.

Intentan contárnoslos los políticos españoles en sus campañas electorales (insufribles).

Y nos los cuentan permanentemente las empresas mas astutas, que son aquellas que ya no nos intentan vender un producto sino un sueño.

Creo que es por eso que el "sueño" del Barcelona Futbol Club ha tenido tanto éxito.

En el mundo sin fronteras ni muros los cuentos viajan a toda velocidad y las historias del pequeño héroe Messi son seguidas con arrobo desde una choza en Mindanao o un suburbio en El Cairo.

En realidad es mejor que triunfen esos sueños que no que lo hagan los de los nacionalistas, los fundamentalistas, o los fanáticos.

Tampoco es que la realidad sea una maravilla.

No hay comentarios: