sábado, 21 de mayo de 2011

15 M: When the music is over...

...Turn off the lights.

Así decía una famosa canción de The Doors profetizando el final de los días de vino y rosas de los veranos del amor.

Toda fiesta tiene un final, y ese final suele ser triste y melancólico.

Y la fiesta del 15 M también va a acabar, porque no hay cuerpo que resista excepto el de los muy militantes.

Para los demás el lunes será día de volver al trabajo, a los estudios, a la partida de dominó en el centro de la tercera edad, o a la cola de la oficina de empleo.

Ni siquiera la revolución rusa duró mas de unas jornadas.

Pero sería un error manifiesto que la clase política no tomase buena nota de lo que de verdad subyace a estas protestas, es decir, el hartazgo con unas formas de vivir la cosa pública que claramente se han alejado espacios siderales de los problemas de la población y especialmente de la población joven.

Si algo ha dejado claro la movilización es lo poco que nos interesan los mensajes electorales.

Todos los mítines de todos los partidos han quedado retratados como lo que son: unas ceremonias carentes de toda credibilidad en las que los candidatos vociferan consignas vacías frente a audiencias de acólitos que aplauden cuando toca, como en un programa de televisión.

Todos los programas se han revelado como lo que son: listas de promesas que solo los mas ilusos se pueden creer, si es que hay alguien que los lee. Yo he leído los de Guadarrama y creo que quien los ha escrito estaba pensando precisamente que su destino era la papelera, así que para que molestarse.

Mañana se votará y ganará quien ya sabemos que ganará, porque las dinámicas de opinión pública que se han generado en estos últimos meses y años son muy poderosas, y porque la ley de las mayorías hace que los votos "inteligentes" sean siempre minoritarios frente a los sentimentales o emocionales.

Me parece bien.

Entre otras cosas porque la democracia no tiene porque ser revolucionaria, sino mas bien lo contrario, y añado yo, que no nos falte.

La democracia es aburrida y como decía Churchill, el peor de los sistemas políticos posibles, exceptuando todos los demás.

Pero de vez en cuando, y sobre todo cuando hay un cambio generacional tan grande como ahora, es conveniente que los que llegan hagan saber a los cómodamente instalados que hay que cambiar algunas cosas, dejar pasar el aire nuevo, y renovar el mobiliario.

Los cambios introducidos por las revoluciones de los años sesenta, que parecían utópicas e ingenuas, terminaron siendo mucho mas profundos de lo que nadie se hubiese atrevido a pronosticar.

Así que cuando la fiesta en Sol termine, y cuando la música pare y alguien apague la luz, hay que seguir adelante con los cambios y seguir reclamando y sobre todo actuando en las claves de lo nuevo.

El mundo no será mucho mejor que ahora.

Pero si un poco diferente.

Y eso es mucho.

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