sábado, 28 de mayo de 2011

Vuelven los viejos rockeros

No es agradable, al menos para mi, ver a personajes como Zapatero ser masacrados por los mismos que le encumbraron.

Son los famosos "juguetes rotos", personajes que no tenían lo que había que tener para estar arriba, pero que fueron colocados, por las circunstancias o por la malicia de algunos, en lugares de relumbrón y máxima exposición, y una vez utilizados son derribados y terminan olvidados por todos y contando su historia en una tertulia de bar de provincias.

Zapatero es la viva imagen de un juguete roto.

Una vez despojado del poder solo será un guiñapo del que nadie querrá saber nada.

Ciertamente el PSOE tiene mucho de lo que responder por toda esta peripecia desgraciada, que nos aclara como los partidos políticos solo miran por su beneficio y nada por el bien del país.

Es verdad que los partidos son maquinarias para disputar el poder en campañas electorales y después para ocupar los resortes de ese poder, y es verdad que quienes componen los partidos son profesionales de las campañas y las ocupaciones, y por lo tanto no podemos esperar de ellos mas que que se comporten como tales profesionales.

Es inútil pedir altura de miras.

Que diferente hubiese sido la actual coyuntura si el PSOE y Zapatero, cuando comprobaron la que se venía encima, o sea las reformas estructurales que había que hacer para que no nos echaran a patadas del euro, hubiesen llamado a un gobierno de concentración, y tales reformas se hubiesen hecho por consenso, como fueron los llamados Pactos de la Moncloa al comienzo de la Transición.

Ahora probablemente tales reformas ya se hubiesen terminado de hacer, tanto la del mercado laboral, como la de las Cajas de Ahorro, y las responsabilidades se hubiesen repartido al tiempo que la gente hubiese comprendido la trascendencia y la importancia de los cambios.

Pero Zapatero pensaba entonces mas en los miles de puestos de trabajo de gentes del PSOE que hubiesen tenido que repartirse con la gente de PP que en estrategias de futuro, y pensaba, como el iluso que es, que la crisis se acabaría sola y a tiempo para las siguientes elecciones.

El resultado es que el gobierno del PSOE no ha terminado las reformas, se ha cargado con la culpa de la crisis y además ha roto el nexo que le unía a sus votantes, aplicando políticas "antisocialistas", como la congelación de las pensiones.

Y todavía quería dejarlo todo atado, como el innombrable, dejando en su puesto a su "delfin" Carme Chacón.

El terrible resultado de las pasadas elecciones, peor que cualquier previsión, ha hecho saltar al partido. ¿Por el bien del país? Ni hablar. ¡Por los puestos de trabajo perdidos!

Ahí si que les duele.

Y así han salido de las covachuelas todos los damnificados por el zapaterismo y aliados con los barones cesantes y nuevos parados, han ido en procesión, cuchillo en mano, al despacho de Rodríguez, ¡pobre Rodríguez!, y le han conminado a entregar el poder a Rubalcaba, la última esperanza de los desposeidos, para que la derrota no sea aun mayor.

Difícil lo tiene Rubalcaba, que es hombre inteligente, (inteligente de verdad), para hacer en estos meses, (nadie sabe cuantos, ni siquiera Zapatero porque no depende completamente de él), que la gente diferencie el gobierno del partido, y pueda hacer promesas "izquierdistas" sin que se le rían en las barbas.

La única forma será culpar a Zapatero de todo lo habido o por haber, y convertirlo en un pinpanpun y en el perfecto chivo expiatorio.

Como Rubalcaba tiene que seguir en el gobierno, la cosa va a ser de unos equilibrios dignos de contemplarse.

Y mientras, ¿que va a hacer Rodríguez?

¿Y a que se va a dedicar este hombre cuando salga por la puerta de La Moncloa?

¿Harán como los egipcios y borrarán su nombre de los monumentos y escritos?

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