Pues sí, parece que el tiempo vuela, pero ya han pasado 5 años desde que un 22 de diciembre tal y como este decidí que quizá sería buena idea empezar a escribir en un blog de esos.
Desde entonces muchas cosas han pasado. Yo he cambiado y el blog ha cambiado. Temática, aspecto, escritores, opiniones, frecuencia de actualización... Hasta, he de admitir, el entusiasmo por escribir en él...
Como dice un conocido, por paradojas de la física el tiempo no es elástico. Todos disponemos de 24 horas en el día que tenemos que saber administrarnos como mejor podemos. Desde que asimilé realmente esta limitación, algo no tan baladí como aparenta, he estado estudiando sobre temas de productividad, intentando descubrir cómo estirar virtualmente estas cortas horas. De lo que aprendí, seguramente me quedaría con dos de las bases principales para lograr esta ansiada disponibilidad, que están realmente estrechamente interrelacionadas: prioridad y simplicidad.
Hay que priorizar lo que uno quiere hacer, tener claro el orden, qué va antes que qué. Y eso conlleva una persecución de la simplicidad: deshacerse de todos aquellos "entes" generadores de ruido, que aportan poco e incluso que demandan más de lo que ofrecen. Que a su vez requiere una actividad constante de estudio y priorización... Uno se sorprende a sí mismo cuando realiza este tipo de análisis sobre todas las cosas que le rodean y las actividades del día a día.
¿Me gusta escribir? Sin duda. ¿Quiero seguir con el blog? Por supuesto. Pero me temo que cada vez será más difícil dedicarle tiempo, porque una vez hecho el análisis detenidamente surgen muchas otras cosas que tienen más relevancia para mí en este momento e incluso que me acercan más a mis objetivos a corto, medio y largo plazo.
Si quieres aprovechar tu tiempo, no lo malgastes en hacer en cosas que no te aportan lo suficiente. No obstante, tampoco subestimes el valor de un tiempo bien empleado en hacer cosas vacuas. Es, sin lugar a duda, un difícil equilibrio.
Desde entonces muchas cosas han pasado. Yo he cambiado y el blog ha cambiado. Temática, aspecto, escritores, opiniones, frecuencia de actualización... Hasta, he de admitir, el entusiasmo por escribir en él...
Como dice un conocido, por paradojas de la física el tiempo no es elástico. Todos disponemos de 24 horas en el día que tenemos que saber administrarnos como mejor podemos. Desde que asimilé realmente esta limitación, algo no tan baladí como aparenta, he estado estudiando sobre temas de productividad, intentando descubrir cómo estirar virtualmente estas cortas horas. De lo que aprendí, seguramente me quedaría con dos de las bases principales para lograr esta ansiada disponibilidad, que están realmente estrechamente interrelacionadas: prioridad y simplicidad.
Hay que priorizar lo que uno quiere hacer, tener claro el orden, qué va antes que qué. Y eso conlleva una persecución de la simplicidad: deshacerse de todos aquellos "entes" generadores de ruido, que aportan poco e incluso que demandan más de lo que ofrecen. Que a su vez requiere una actividad constante de estudio y priorización... Uno se sorprende a sí mismo cuando realiza este tipo de análisis sobre todas las cosas que le rodean y las actividades del día a día.
¿Me gusta escribir? Sin duda. ¿Quiero seguir con el blog? Por supuesto. Pero me temo que cada vez será más difícil dedicarle tiempo, porque una vez hecho el análisis detenidamente surgen muchas otras cosas que tienen más relevancia para mí en este momento e incluso que me acercan más a mis objetivos a corto, medio y largo plazo.
Si quieres aprovechar tu tiempo, no lo malgastes en hacer en cosas que no te aportan lo suficiente. No obstante, tampoco subestimes el valor de un tiempo bien empleado en hacer cosas vacuas. Es, sin lugar a duda, un difícil equilibrio.
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