miércoles, 18 de julio de 2012

La calle es nuestra

Como tengo familiares funcionarios he intercambiado impresiones con ellos estos días y me cuentan de sus experiencias, (para ellos primeras experiencias de protesta activa), en las calles, y como notan la solidaridad de peatones, policías y otros cuerpos de las administraciones públicas.

Mientras, los políticos practican el conocido deporte de meter la cabeza debajo del ala y esperar a que escampe.

Me temo que esta vez se van a cansar de esperar porque todas las miradas están clavadas en ellos.

Todo el mundo sabe que la clase política española en su conjunto es responsable directa de una buena parte de este desaguisado que ahora nos "derraman" como si se tratase de arreglar las bajantes de la casa en que vivimos.

Y es que eso de que te "derramen" sienta fatal.

Lo comprobé ayer en la asociación empresarial en la que todavía participo.

Todo el mundo tiene opinión sobre si las cosas se hacen mal o se pueden hacer mejor, pero cuando te dicen que te rasques el bolsillo, la gente sale despavorida.

Y mira a los que se sientan en la mesa presidencial y ya no les parecen los simpáticos gestores que se ocupaban de las cosas que ellos preferían delegar, sino una gente que les quiere meter la mano en el bolsillo.

Cuando a la gente, que ya no anda muy sobrada, le meten la mano en la cartera se rebota y se ponen hechos unas furias.

Y de repente da igual eso de las derechas y las izquierdas.

Y cuando la gente que normalmente es de derechas se pone a pegar golpes a las cacerolas, entonces comienzan los problemas de verdad.

Ademas, nadie entiende que cuando las cosas van bien no se repartan beneficios a todos los ciudadanos, y cuando van mal vengan las derramas.

Los fascismos siempre han comenzado así.

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