viernes, 13 de marzo de 2015

La destrucción del pasado

He dejado pasar unos días desde que vi las imágenes de los bárbaros islamistas del ISIS destruyendo las ruinas de Nínive, la que fue orgullosa capital de los asirios.

Si la salvaje ejecución de prisioneros cristianos o de otras minorías de la zona es repulsiva, ¿Qué podemos decir de la destrucción de lugares históricos que fueron rescatados del olvido para que pudiésemos completar el conocimiento que tenemos de nosotros mismos y de nuestro paso por este mundo?

Lo primero que se me viene a la cabeza es el acierto de los europeos y norteamericanos que descubrieron esos tesoros y los pusieron en una buena parte a salvo en los museos de Londres, París, Berlín o Nueva York.

Gracias a esa medida, calificada por los buenistas como colonialista, podremos seguir contemplando esos mensajes que nos vienen de un mundo que existió hace entre tres mil y cinco mil años.

Lástima que no se pudiesen traer todo lo demás.

Ahora sabemos lo que le espera a todo lo que consideramos sagrado si el islamismo radical se apodera del mundo o al menos de nuestra parte del mundo.

Me produce una pena profunda ver como esculturas que han sobrevivido a las mareas del tiempo, los sucesivos conquistadores, y hasta las inclemencias metereológicas, son destruidas por unos jóvenes enloquecidos por la religión.

Esas estatuas destruidas jamás podrán reconstruirse.

Se han perdido para siempre.

Cuando sintamos la tentación de dejarnos ir por la idea de que todos somos iguales, y de que no hay civilizaciones superiores a otras, tenemos que recordar a esos salvajes destruyendo los leones alados de Nínive o a los talibanes destruyendo las figuras milenarias de Buda en Afghanistan.

Porque si que hay civilizaciones superiores, si que hay sociedades mejores aunque no sean perfectas, y desde luego tenemos que tener claro que si no defendemos la nuestra, los salvajes que no es que estén a las puertas sino que los tenemos dentro, se harán con el control primero y lego destruirán el Museo del Prado y la Catedral de Toledo.

Muchos musulmanes se están asustando de las actuaciones del Estado Islámico, pero muchos otros les apoyan.

Y están entre nosotros.



    

No hay comentarios: