sábado, 21 de marzo de 2015

Periodismo sicario

En El País hoy, en el centro de la primera página: "El caso Púnica alcanza a una jefa de campaña de Aguirre. El juez imputa a Isabel Gallego, directora de Medios del Gobierno de Madrid, por pagos a la red corrupta".

En ABC hoy, en un extremo de la página 88: "La jefa de prensa de Esperanza Aguirre niega toda relación con la trama Púnica.

El instinto nos llevaría a pensar que El País, que es un diario serio, tiene más criterio a la hora de cualificar esta noticia, ya que ABC se caracteriza por el ejercicio de un periodismo de defensa a ultranza de la causa de la derecha española y particularmente de su vertiente más conservadora y reaccionaria, pero lo cierto es que si examinamos la causa de esta información, vemos que se refiere a un contrato de seguimiento de información en medios digitales por valor de 1800 euros al mes.

Este contrato se convierte en la información de El País en "contratos con dinero público para mejorar la reputación en Internet de altos cargos del Gobierno regional, entre ellos el del actual Presidente Ignacio González".

Nunca hubiese pensado que 1.800 euros al mes diesen para tanto.

Por otra parte ¿con que dinero aparte del público se pagan los contratos de cualquier administración pública?

¿Acaso la aparición del señor González justifica cualquier sospecha de malversación de fondos?

Ya he comentado aquí que tenemos en España la cruel tendencia a convertir nuestras vergüenzas en causas inquisitoriales y en cargar contra aquellos que señala la Justicia con virulencia paleta y encanallamiento miserable.

Me parece a mi que condenar a Isabel Gallego a ser colocada en la picota de la vesania nacional por un contrato de 1.800 euros es repugnante.

No todo vale.

A mi tampoco me gusta la señora Aguirre, pero la cacería de sus colaboradores decretada por algunos medios resulta tan repulsiva como tantas acciones de periodismo sicario, criminal, que hemos soportado en medios como ABC o La Razón.

Es bastante asqueroso que los últimos reductos de la decencia vayan cayendo uno tras otro, y no me refiero a El País sino al periodismo en general.

Ser los sicarios del poder es una mierda de profesión.

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