Cuando estuve en China hace unos años, visité la famosa tumba del emperador Quin Shi Huang que reinó sobre aquellas tierras más o menos a la vez que Aníbal les tocaba las narices a los romanos, o sea hace ahora unos 2.200 años.
La tumba del emperador había sido saqueada poco después de su muerte durante una revuelta campesina para precisamente hacerse con las armas allí depositadas y luego el tiempo y el olvido había convertido el lugar en una especie de colina redondeada.
Hasta que en 1974 durante una obras agrícolas, un campesino con su azadón descubrió aquel lugar fabuloso.
El caso es que el lugar de la excavación se ha convertido en museo y es una visita obligada en las rutas turísticas por aquel enorme país.
Y a la entrada del museo hay un mostrador donde venden unas guías históricas de la excavación, en todos los idiomas del planeta incluido el español.
Y además un anciano de luengas barbas, el autor del descubrimiento, está allí para firmar los ejemplares.
Asombrado, le pregunté al guía, un antiguo miembro menor del espionaje chino encargado de revisar las publicaciones en español que habría sido democionado a guía turístico por alguna razón, si verdaderamente aquel anciano venerable era el descubridor de la tumba.
Y él me contestó: "pudiera ser,...aunque yo ya he visto a mas de una docena diferentes".
A pesar de ello, yo me compré naturalmente la guía y me puse a la cola de la firma.
Me ha venido esto a la memoria escuchando al forense buscador de los huesos de Cervantes, decir que "probablemente en el montón de huesos encontrados en la cripta del convento de las Hermanas Reparadoras están los huesos de Cervantes"
O sea que las probabilidades de que lo sean es mas o menos la misma de que el anciano chino fuese el agricultor original.
Pero en realidad da lo mismo.
De la misma forma que yo me compré la guía aquella, los turistas que vengan a Madrid estarán encantados de visitar la tumba de los presuntos huesos del Príncipe de los Ingenios siempre que se puedan hacer una foto o selfi delante de una bonita tumba donde ponga claramente Cervantes.
Tampoco creo que el asunto vaya a venir mal a las Hermanas Reparadoras que se quedarán con tan suculenta mina de oro.
A los turistas hay que entretenerlos ya que esa es la cuestión: ir a sitios, ver museos o maravillas de la naturaleza, estar en sitios históricos, etc.
Lo importante es la foto.
Así que por una vez estoy de acuerdo con el Ayuntamiento y me parece bien que se haya organizado una verbena-arqueológica funeraria en honor de un hombre que tanto ha dado a este país y que recibió tan poco en vida.
¿Por qué no exprimir un poco más sus pobres restos mortales?
No creo que ni a Cervantes ni al emperador Quin les importe lo que se haga con su memoria a estas alturas, y las arcas municipales están vacias.
Mejor sacar dinero a los turistas que subir los impuestos.
Un punto para la Señora Botella ahora que se retira a estudiar, pero no ingles porque asegura que tiene un nivel "medio-alto".
viernes, 20 de marzo de 2015
Los huesos de Don Miguel
Publicado por Antonio Cordón a las 11:42
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