domingo, 1 de marzo de 2015

El momento de la experiencia verdadera

En 1913, un joven Ernst Jünger se fugó de su casa y se alistó en la legión extranjera francesa.

Como tenía menos de dieciocho años sus padres fueron capaces de rescatarlo y devolverlo a los libros de texto.

Tan solo unos meses más tarde la guerra de verdad estalló a los acordes de los cañones de Agosto de 1914, y Jünger se alistó rápidamente y tuvo tiempo más que de sobra para saborear la experiencia verdadera, de la que dejó cumplida memoria en su libro "Tempestades de acero" y en una serie de reflexiones sobre la diferencia que hay entre la aburrida vida cotidiana y la existencia en el medio de la guerra donde la muerte cercana añade a cualquier momento una significación que Jünger calificó de "mística".

Cuento todo esto por las noticias de esta semana referidas a un grupo de jóvenes españoles que se han ido al este de Ucrania a luchar en una guerra que no solamente no es la suya, sino que es difícil de comprender para casi cualquiera.

Igualmente hemos conocido desde hace meses la "fuga" constante de musulmanes europeos hacia las filas del ISIS, un movimiento radical y sanguinario caracterizado por sus crueldades en directo.

También de muchachas, igualmente musulmanas, que se dirigen a Siria para servir como "esposas" de los combatientes.

¿Que pasa por la cabeza de todos estos jóvenes para renunciar a sus vidas anodinas y lanzarse a una aventura llena de peligros y excitaciones?

Llevamos uno de los periodos más largos de paz en Europa que se conocen y no parece fácil que vuelvan los días del verano del 14 con sus entusiasmos.

La vida se extiende como un contínuo de avatares plenamente previsibles en los que tan solo la enfermedad y los accidentes de tráfico alteran un ir y venir por las escaleras de los mercados laborales intercalados con un incesante salir en busca de diversión el resto del tiempo.

La gente se aburre, y los jóvenes se aburren más.

Y quieren salir hacia esa realidad verdadera mística de Jünger para saber que se siente allí.

Las vacaciones solidarias en ONGs africanas, asiáticas o latinoamericanas han ofrecido a muchos jóvenes la oportunidad de tener una experiencia de la pobreza y la miseria que también pueden ofrecer ese punto de peligrosidad, pero desde luego la guerra si que es lo más auténtico.

En el caso de los musulmanes, es la primera vez que inspiran miedo desde que se levantó el sitio de Viena en el siglo XVIII.

El ISIS debe producir un auténtico entusiasmo entre jóvenes que viven de prestado en sociedades de cultura ajena a la de ellos.

Armados de un machete y con el turbante bien calado, un joven de Londres, Paris o Melilla se convierte en una especie de ángel de la muerte y una muchacha de Manchester en su igualmente heroica compañera.

Y además está Internet, donde los del ISIS cuelgan sus atroces fechorías.

Me gustaría saber más sobre como han llegado los españoles a luchar contra "el fascismo del Maidan" y de que forma han sido captados.

Pero cuando hay un conflicto siempre hay gente que quiere estar allí.

Todavía en 1944, cruzaban jóvenes españoles de forma clandestina a Francia para unirse al ejercito alemán, cuando Franco retiró definitivamente a la "División Azul". También se unían jóvenes de otros países.

A los jóvenes les gusta formar parte de una causa a ser posible heroica y solo hace falta que esta exista para que haya gente que se decida. Y también les gusta el riesgo y el peligro como dan fe los innumerables deportes de riesgo que hoy se practican.

Otra cuestión es si los estados tienen que entrometerse en la cuestión.

¿Se puede detener a los que se van al ISIS o a Ucrania por el simple hecho de ir y participar en actividades que tienen lugar en otros países que no son el correspondiente de cada cual?

Me parece que el argumento de que se vuelven "potenciales terroristas", aunque pueda ser verdad no es muy democrático.

Yo la verdad es que veo lo de los voluntarios del ISIS bastante fácil de entender, como comprendo la desolación de sus familiares, y el sentimiento de pánico que se está adueñando de las sociedades europeas al respecto.

Me parece un fenómeno difícil de parar.

Lo de Ucrania es menos comprensible, pero seguro que tiene su intra-historia.

Es propio de los jóvenes querer vivir la experiencia verdadera y que duda cabe que la guerra, como contaba Jünger proporciona ese escenario.

También el del hospital y el cementerio. 

            

No hay comentarios: