lunes, 16 de marzo de 2015

¿Por qué no reflexionamos?

¿Qué vamos a votar en este largo rosario de citas electorales que ahora comienza?

En realidad parece que tan solo se trata de decidir si siguen los de siempre o si abrimos las puertas de las administraciones públicas a nuevos partidos cuyas diferencias con los actuales son meramente estéticas.

La línea maestra de los discursos electorales parece ser la corrupción. Y en ese terreno los que ya están aparecen como manchados por los múltiples casos que cada día nos asaltan como si fuese un diluvio de causas mayores y menores. Y los nuevos aparecen como paladines de la limpieza.

Vale. Muy bien. Los que estaban son unos fuleros que mienten mas que hablan. (Había que escuchar al Presidente de Gobierno esta mañana asegurando que no conocía la existencia de una contabilidad B en el partido que presidía y sigue presidiendo. ¡Que vergüenza!)

Pero, ¿que aportan los que vienen?

¿Que idea tienen de como enfocar las energías patrias hacia algún fin positivo que no sea el de crecer a base de endeudarnos y de construir mas carreteras y ferrocarriles como si estuviésemos en el siglo XIX?

No es de recibo que los debates políticos se centren en quien tiene más casos de corrupción.

Esa dialéctica nos está alejando cada vez más de las reflexiones imprescindibles.

Y la primera de ellas es como vamos a generar empleos de calidad que puedan mantener el estado protector que todos deseamos.

Escuchando a Rajoy decir que vamos a llegar dentro de unos años por una especie de crecimiento espontáneo a los veinte millones de puestos de trabajo que alcanzamos en plena burbuja de la construcción yo me llevo las manos a la cabeza y pienso si nos habremos vuelto todos locos.

Y escuchando a los líderes de Podemos hablar de "un mundo nuevo" que supongo quieren construir a base de subsidios y empleos públicos me entra la desazón de contemplar la vuelta de viejos fantasmas que parecían superados por una especie de sabiduría sobrevenida en una sociedad tan mal acostumbrada como es la nuestra a que sean líderes ungidos los que decidan por todos nosotros.

Pero lo peor de todo es que en realidad la sociedad está tan anestesiada que asume con total tranquilidad que efectivamente se trata de elegir a los "menos corruptos" o a los "mas modernos".

Nadie parece darse cuenta de que si no tomamos la responsabilidad de exigir cambios sustanciales en la forma de hacer política en realidad da igual quien nos gobierne.

Si de lo que se trata es de decidir si vamos a hacer mas casas y mas hoteles, entonces da igual quien nos gobierne.

Si de lo que se trata es de seguir viviendo de dinero prestado para pagar unos servicios que no podemos costearnos, da lo mismo Podemos, que PPemos o PSOEmos.

¿Por qué no reflexionamos?

¿Por qué no somos capaces como sociedad de comenzar a hablar con sinceridad de los males que nos aquejan?

Y sobre todo, ¿por qué no parece haber nadie que tenga una idea sobre lo que tenemos que hacer?

Hagamos un concurso de ideas. Pongamos a trabajar a la gente de talento, que la hay, y discutamos públicamente lo que nos propongan.

Dejemos por favor el asunto de la corrupción para los juzgados y salgamos de este pantano de acusaciones que solo pueden beneficiar a los que creen en las soluciones mágicas o sangrientas.

Pongamos la inteligencia del país en valor y salgamos del marasmo.

Reflexionemos.

Por favor.    

3 comentarios:

Unknown dijo...

Podrán gustar más o menos, pero Podemos y Ciudadanos traen ideas argumentadas (luego podremos estar de acuerdo o no) que van más allá del "tú lo hiciste mal / tú lo hiciste peor".

Por eso están ganando simpatías y votos, porque son algo distinto a lo de siempre. No confundamos no estar de acuerdo con que no estén proponiendo nada.

Antonio Cordón dijo...

Da igual lo que ponga en sus programas si luego cuando se debate solo se habla de corrupción.

Unknown dijo...

Bueno, como no les dejan ir a los debates, bajo la excusa de que no tienen representación parlamentaria (viva la democracia), no pueden hablar ni de corrupción ni de nada.

Ya se ocupan los medios de que parezca que no tienen programa o de que no son una opción viable.