Abro mi email como cada mañana, y me encuentro un sponsored link a una página patrocinada por los verdes europeo en que se me invita a enviar un mensaje a los eurodiputados explicándoles porqué Europa se merece a alguien mejor que Barroso, y porqué deberíamos esperar a la entrada en vigor del tratado de Lisboa, que cambiará el procedimiento de elección de los presidentes de la Comisión, antes de situar a este político conservador en el puesto.
No es que no esté de acuerdo con los verdes, aunque me gustaría también saber a quien proponen ellos, es que estoy cada vez mas convencido de lo malo que es para todos que no tengamos líderes en un momento en que deberíamos estar diseñando como seguir adelante en un mundo que ni puede acoger mas población, ni tolerar que siga la destrucción del medioambiente, ni seguir quemando combustibles fósiles que serán necesarios en el futuro para otros usos si es que dejamos algo.
Tenemos una clase política que se dedica a examinar encuestas de forma obsesiva y a seguir los dictados de las mismas. Es decir que nuestros políticos a lo que se dedican es a seguir los mandatos de una opinión pública cada vez mas acomodada e hipocondriaca.
El sábado pasado tuve la ocasión de dirigirme a los alumnos de un master sobre innovación de la Universida La Salle en Madrid, sobre las consecuencias de esta situación política en las empresas que se dedican a innovar.
Mi conclusión, y la de otros mas adelantados que yo es que todo esto es funesto.
Nos encontramos en una situación en que sobre el cierre de una planta nuclear los que mas influyen en el gobierno son escritores y cantantes, ya que se supone que estos están mas cercanos a la opinión pública que los ingenieros y científicos.
Una situación en que la sombra de la superstición se extiende sobre la telefonia móvil, ya sea sobre las antenas o sobre los propios teléfonos, y las autoridades se consideran obligados a regular su uso en defensa de un principio, el de precaución, que es justamente contrario al principio básico de la democracia liberal, es decir aquel que dice que nadie es culpable hasta que tal cosa se demuestre.
Una situación en que las decisiones sobre la gripe porcina se toman o se revocan en función de los estados de opinión o las conveniencias diplomáticas.
Una situación en la que las masas se han apropiado del poder y no dejan resquicio alguno a la decisión de los que de verdad saben.
En ese tipo de situación los políticos se esfuerzan en atender mas y mejor a la opinión pública que sus competidores y desde luego ni se les ocurre liderar.
Todo el mundo y las empresas no son ajenas, busca administradores y contables para dirigir los destinos de la sociedad en un momento en el que lo único seguro es que no podemos seguir como estamos.
En ese contexto, ¿por qué no seguir con Barroso?
Al fin y al cabo ya ha demostrado de que es capaz: de nada.
lunes, 29 de junio de 2009
Stop Barroso
Publicado por Antonio Cordón a las 09:16
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