Hoy en día, las marcas tratan, no sólo de tener clientes que les compren, sino que aspiran a organizar una comunidad o tribu que les siga, hable de ellas y actúe como evangelizadores ante otros clientes potenciales.
Quizá el paradigma más claro de esta tendencia es Apple y su legión de Mac-fanáticos. En una era (de unos pocos años) de fuerte expansión de la marca de la manzana a base de dispositivos buenos, bonitos y caros, cada vez se unen más personas a la comunidad Apple. Personas que compran toda clase de dispositivos con la manzana en su carcasa, ya sean reproductores de MP3, ordenadores o teléfonos móviles. Personas que visitan la tienda de Apple cuando visitan las ciudades en las que hay una, como si un centro de peregrinación para la comunidad se tratara.
Y es que en eso se han convertido las tiendas para las marcas que persiguen este reconocimiento. Centros de reunión de fanáticos, en las que poder encontrar un aura, no sólo formada por los productos en exposición, sino generada por los visitantes que deambulan por los pasillos, creando un ambiente de complicidad: tú y yo estamos aquí, tú y yo sabemos apreciar estos productos.
Este fin de semana estuve en Londres, donde la tienda Apple de Regent Street ocupa uno de los emplazamientos más destacados del lugar. Cerca Nokia ha abierto una tienda, con una clara intención similar: mismo espacio diáfano, mismas oportunidades de experimentar los productos y servicios de la compañía, mismas personas dispuestas a ayudarte y explicarte la grandeza y ventajas de esos dispositivos... Una sola diferencia: no habría más de 20 personas en la tienda; 12 debían de ser empleados.
Y es que convencer a la gente de que tu tienda es "guay" es mucho más complicado de lo que puede parecer en un primer momento, o de lo que Nokia jamás pensó. No basta con copiar lo que hace la competencia. Hay que innovar, diferenciarse, ser distinto. Si repites, como mucho serás igual que la competencia, y muy probablemente no llegarás hasta su nivel. A las comunidades les gusta diferenciarse de las otras comunidades, porque ellas "sí que son especiales".
El ejemplo contrario me lo encontré en la tienda de Abercrombie. Para empezar, y antes de pisar Londres, ya me habían recomendado varias veces visitar la tienda, ya habían llegado hasta mis oídos las maravillas de sus locales, ya había visto la marca en diversas ocasiones. Un mérito más que considerable para una compañía que no tiene una sola tienda en España.
Luego, ya en Londres, y en las cercanías de la tienda, no veías más que gente con bolsas de la marca, muy destacables sobre el mar de consumismo londinense. Es más, después de comprar (sí, reconozco que caí), una señora, con el capitalismo brillando en sus ojos, me preguntó por la calle dónde podría encontrar la tienda... Y el lugar en sí es otro ejemplo de diferenciación. Quién haya estado en una sabrá perfectamente a lo que me refiero. Productos buenos, bonitos y caros expuestos en su propio templo.
Quizá Nokia tendría que aprender de Abercrobie. Quizá debería encontrar su propio camino. Lo que está claro es que ir detrás de Apple no va a alimentar su comunidad.
Quizá el paradigma más claro de esta tendencia es Apple y su legión de Mac-fanáticos. En una era (de unos pocos años) de fuerte expansión de la marca de la manzana a base de dispositivos buenos, bonitos y caros, cada vez se unen más personas a la comunidad Apple. Personas que compran toda clase de dispositivos con la manzana en su carcasa, ya sean reproductores de MP3, ordenadores o teléfonos móviles. Personas que visitan la tienda de Apple cuando visitan las ciudades en las que hay una, como si un centro de peregrinación para la comunidad se tratara.
Y es que en eso se han convertido las tiendas para las marcas que persiguen este reconocimiento. Centros de reunión de fanáticos, en las que poder encontrar un aura, no sólo formada por los productos en exposición, sino generada por los visitantes que deambulan por los pasillos, creando un ambiente de complicidad: tú y yo estamos aquí, tú y yo sabemos apreciar estos productos.
Este fin de semana estuve en Londres, donde la tienda Apple de Regent Street ocupa uno de los emplazamientos más destacados del lugar. Cerca Nokia ha abierto una tienda, con una clara intención similar: mismo espacio diáfano, mismas oportunidades de experimentar los productos y servicios de la compañía, mismas personas dispuestas a ayudarte y explicarte la grandeza y ventajas de esos dispositivos... Una sola diferencia: no habría más de 20 personas en la tienda; 12 debían de ser empleados.
Y es que convencer a la gente de que tu tienda es "guay" es mucho más complicado de lo que puede parecer en un primer momento, o de lo que Nokia jamás pensó. No basta con copiar lo que hace la competencia. Hay que innovar, diferenciarse, ser distinto. Si repites, como mucho serás igual que la competencia, y muy probablemente no llegarás hasta su nivel. A las comunidades les gusta diferenciarse de las otras comunidades, porque ellas "sí que son especiales".
El ejemplo contrario me lo encontré en la tienda de Abercrombie. Para empezar, y antes de pisar Londres, ya me habían recomendado varias veces visitar la tienda, ya habían llegado hasta mis oídos las maravillas de sus locales, ya había visto la marca en diversas ocasiones. Un mérito más que considerable para una compañía que no tiene una sola tienda en España.
Luego, ya en Londres, y en las cercanías de la tienda, no veías más que gente con bolsas de la marca, muy destacables sobre el mar de consumismo londinense. Es más, después de comprar (sí, reconozco que caí), una señora, con el capitalismo brillando en sus ojos, me preguntó por la calle dónde podría encontrar la tienda... Y el lugar en sí es otro ejemplo de diferenciación. Quién haya estado en una sabrá perfectamente a lo que me refiero. Productos buenos, bonitos y caros expuestos en su propio templo.
Quizá Nokia tendría que aprender de Abercrobie. Quizá debería encontrar su propio camino. Lo que está claro es que ir detrás de Apple no va a alimentar su comunidad.
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