A mí siempre me han fastidiado tremendamente esos "líderes" que se empeñan en llevar las cosas al límite, sobre todo cuando no es necesario y cuando las posibilidades de éxito son cero.
Pues el amigo Gallardón ha demostrado ser uno de estos entusiastas desvergonzados. Y eso que a mí me parecía un tipo simpático. Seguro que los que trabajan con él no piensan lo mismo.
Ha embarcado al jefe del estado y señora, al presidente del Gobierno, a la presidenta de la Comunidad de Madrid, al presidente de su partido y demás autoridades. Ha embaucado a los medios de comunicación y ha generado una especie de histeria popular en torno a un asunto que, como se ha visto, ha sido juzgado y elegido por criterios que nada tenían que ver con los que decían Gallardón y demás.
Decían que se trataba de la perfección del proyecto, del apoyo popular y de las condiciones ambientales.
Y ha ganado un proyecto que está en sus comienzos, del que los cariocas se han enterado el día de autos y que se va a celebrar en una de las ciudades mas inseguras del mundo.
Por favor, que den un diez a nuestros servicios de inteligencia. Se lo han ganado.
Resulta que ahora nos dicen que desde los años cincuenta nunca se ha repetido en el mismo continente. ¿Y se han enterado ayer?
Menos mal que fueron los Obama, supongo que presionados por la presencia de tanto mandatario mundial, y que ellos tuvieron que tragarse el sapo de ser los primeros eliminados.
Si estaba claro que no podía ser en Europa y si se podía entender que Brasil era una opción politicamente correcta, ¿no hubiera sido mejor bajar un poco el diapasón y no echar el resto en una operación esteril y frustrante?
Está claro que esto de las Olimpiadas se ha convertido en un evento acariciado por todos los políticos que se ven inaugurando y aclamados por las muchedumbres, en una operación que además ahora deja dinero y no como antes que era una ruina y nadie quería organizarlas.
Y está claro que para un país como España, que es pequeño y además, gracias a Dios, aburrido, va a ser muy difícil estar en la papeleta final.
Tuvimos una ocasión y se la dimos a Barcelona para que organizase una Olimpiada catalana, yo estuve allí y sé lo que digo, y ahora repetir será muy complicado y supongo que una cuestión de insistencia, pero, repito ¿era necesario organizar este follón?
Pues el amigo Gallardón ha demostrado ser uno de estos entusiastas desvergonzados. Y eso que a mí me parecía un tipo simpático. Seguro que los que trabajan con él no piensan lo mismo.
Ha embarcado al jefe del estado y señora, al presidente del Gobierno, a la presidenta de la Comunidad de Madrid, al presidente de su partido y demás autoridades. Ha embaucado a los medios de comunicación y ha generado una especie de histeria popular en torno a un asunto que, como se ha visto, ha sido juzgado y elegido por criterios que nada tenían que ver con los que decían Gallardón y demás.
Decían que se trataba de la perfección del proyecto, del apoyo popular y de las condiciones ambientales.
Y ha ganado un proyecto que está en sus comienzos, del que los cariocas se han enterado el día de autos y que se va a celebrar en una de las ciudades mas inseguras del mundo.
Por favor, que den un diez a nuestros servicios de inteligencia. Se lo han ganado.
Resulta que ahora nos dicen que desde los años cincuenta nunca se ha repetido en el mismo continente. ¿Y se han enterado ayer?
Menos mal que fueron los Obama, supongo que presionados por la presencia de tanto mandatario mundial, y que ellos tuvieron que tragarse el sapo de ser los primeros eliminados.
Si estaba claro que no podía ser en Europa y si se podía entender que Brasil era una opción politicamente correcta, ¿no hubiera sido mejor bajar un poco el diapasón y no echar el resto en una operación esteril y frustrante?
Está claro que esto de las Olimpiadas se ha convertido en un evento acariciado por todos los políticos que se ven inaugurando y aclamados por las muchedumbres, en una operación que además ahora deja dinero y no como antes que era una ruina y nadie quería organizarlas.
Y está claro que para un país como España, que es pequeño y además, gracias a Dios, aburrido, va a ser muy difícil estar en la papeleta final.
Tuvimos una ocasión y se la dimos a Barcelona para que organizase una Olimpiada catalana, yo estuve allí y sé lo que digo, y ahora repetir será muy complicado y supongo que una cuestión de insistencia, pero, repito ¿era necesario organizar este follón?
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