sábado, 15 de octubre de 2011

Steve Jobs y la inoportuna genética

Hace unos días discutía con unos amigos sobre esa cuestión tan manida de si lo importante en la formación de la personalidad era, es, la herencia genética o la educación.

Es una cuestión importante cuando se habla de niños adoptados, ya que abre la muy difícil pregunta de si es realmente posible poner derecho algo que está destinado a crecer torcido, aunque también la viceversa.

Para mucha gente, sobre todo para los que tienen un fondo bondadoso, admitir que venimos al mundo predestinados y predefinidos, es demasiado.

Son muchos siglos de enseñanza cristiana que asocia persona y alma, y de convencimiento de que todos nacemos iguales, y buenos, y luego es la vida la que nos va forjando.

Eso es lo que piensan todos los padres que se esfuerzan por educar a sus hijos, y naturalmente es bueno que piensen así, ya que un determinismo extremo nos llevaría a decisiones eugenésicas inaceptables.

Sin embargo la ciencia nos va enseñando que el cerebro, base de la personalidad, pese a su complejidad, no es muy diferente en cuanto a su formación que el resto de los órganos del cuerpo humano, y de la misma manera que hay quien nace alto o con tendencia a la obesidad, también hay quien nace con capacidad intelectual y quien no.

Y ser alto, moreno, obeso, calvo, o asténico, son características heredadas, igual que ser alegre, decidido, o taciturno, con capacidad para las matemáticas o para la poesía.

Y el caso de Steve Jobs, es de lo mas esclarecedor.

Porque su padre adoptivo era un obrero sin formación, pero su padre biológico, al que nunca conoció personalmente), es una persona que ha ocupado cargos de responsabilidad, y pertenece a una familia bien de Siria. (Los sirios siempre han sido excelentes comerciantes desde hace mas de tres mil años).

Y así, a pesar de ser un padre desapegado, ha tenido dos hijos como Steve Jobs y como Mona Simpson, que es una conocida novelista americana.

Así que sin haber participado en la educación de sus hijos, estos han sobresalido, y el señor Jobs y su señora, a pesar de su escasa educación no condujeron a Steve Jobs a ser un reponedor del Carrefour. Algo tendrá que ver la genética digo yo. Y algo menos de importancia tendrá la educación, también digo yo.

Otro aspecto que me llama la atención, y en el que nadie quiere reparar, es como la inmensa mayor parte de los campeones de atletismo son descendientes de esclavos.

No solamente de africanos. De africanos esclavos.

Una respuesta sería el darwinismo extremo a que fueron sometidos los africanos en sus viajes a América, pero hay otra respuesta.

Y esa respuesta es que los esclavos africanos en América fueron también sometidos a procedimientos de cría semejantes a los aplicados a los caballos o a otros animales domésticos, y de igual forma que se lograron mejoras espectaculares en la raza de esos animales, también se hizo lo mismo con las personas, por mucho que esto nos parezca horrible, que lo es.

El mundo es muy paradójico y así uno de estos descendientes "mejorados" de esclavos, Jesse Owen, fué la estrella de las Olimpiadas de Berlin en los años nazis, años en que los científicos alemanes también estaban "mejorando" la raza.

La aceptación de la importancia de la carga genética en nuestra persona avanza porque, entre otras cosas, la lucha contra enfermedades como el cáncer o la diabetes lo exige.

Pero nos sigue costando admitir que entre las cosas que se heredan están la tendencia a la bondad o la maldad, y también la capacidad para triunfar o fracasar.

La historia de Steve Jobs es de lo mas clarificadora.

1 comentario:

Unknown dijo...

Estoy de acuerdo, pero no menospreciemos la carga adquirida por la educación e incluso por el propio desarrollo personal.

Sin conocer a los padres adoptivos de Jobs, no creo que no le enseñasen disciplina, a hacer bien las cosas, etc. De hecho, bien es sabido que los padres naturales pusieron como condición que el niño fuese a la universidad, y los adoptivos, a pesar de su humilde origen, hicieron el esfuerzo para conseguirlo.

Negros que juegan al baloncesto, hay muchos. Pero para llegar a ser el mejor, hace falta algo más. Jordan, sólo hubo uno.