miércoles, 9 de noviembre de 2011

Berlusconi, Papandreu y otros chicos del montón

Hoy estamos en otro de los días "negros" de los llamados mercados, esta vez producido por las dudas sobre si Italia será capaz de re-negociar sus deudas.

Como estamos ante una espiral de dudas, cabe pensar si tendrá final o si antes, los que apuestan a que el euro no siga terminarán saliéndose con la suya.

Ya se ve que da igual el color político de los mandatarios de los diferentes países.

Aquí de lo que se trata es de derribar el sistema europeo, aunque no se francamente con que propósito.

Berlusconi es un tipo histriónico, cuyo paralelismo patrio era Jesús Gil, aunque ciertamente mas rico y mas inteligente probablemente que nuestro "ostentóreo" personaje.

Sus salidas de tono son suficientemente conocidas y también la situación política general de Italia, que desde hace casi veinte años no ha levantado cabeza.

Pero Italia no es Berlusconi.

Ni siquiera su pésima clase política ha podido del todo con un país que tiene industria, que tiene instituciones y que no es un simple decorado como algunos países europeos tipo Irlanda.

Ciertamente, desde el final de la segunda guerra mundial arrastran un problema de legitimidad democrática, debido a los tejemanejes que entre sus clases dirigentes mas los americanos llevaron a cabo para impedir el acceso al poder del Partido Comunista Italiano, el PCI, que aupado por la resistencia al fascismo amenazaba con hacerse democraticamente con el gobierno en plena guerra fria.

Esos tejemanejes crearon una trama de corrupción política, con implicaciones de la Mafia al mas alto nivel, que reventaron cuando Aldo Moro, dirigente aperturista de la Democracia Cristiana fué asesinado en circunstancias que todavía no de han aclarado.

Hoy todos los partidos tradicionales han reventado, y la política italiana es una merienda de negros, en la que mucha gente puso su confianza en un personaje como Berlusconi, porque todos los demás parecía mucho peores.

En Grecia igualmente se impidió la alternancia democrática tras la guerra, y allí fué a la brava en una guerra "civil" en la que el ejército británico fué el mejor sustento de la derecha frente a los comunistas, igualmente fortalecidos en la resistencia.

No hay duda de que en Grecia, en Italia y en otros países hacen falta cambios estructurales.

Pero para ello es necesario que los ciudadanos se comprometan con las soluciones, y para ello es necesario que los ciudadanos se "crean" la democracia y su rol en ella.

No es casualidad que los países con problemas seamos precisamente aquellos en los que los ciudadanos están menos comprometidos con sus sistemas políticos.

Cuando la gente crece con la idea de que haga lo que haga va a dar igual y que los políticos son unos sinvergüenzas que solo están para aprovecharse, es muy dificil pedirles sacrificios y sobre todo que se crean que esos sacrificios van a servir para algo.

En Italia, en Portugal, en Grecia y en España, estamos mas que escaldados.

Con todo algo habrá que hacer.

Y lo primero es reestablecer un poco el orden.

A lo mejor para ello hay que crear gobiernos de concentración que sean capaces de llegar a pactos de estado sobre las cuestiones esenciales, que en realidad se reducen a una sola: como reducir la deuda del estado y de los particulares.

En Grecia están en ello, en Italia se lo tendrán que pensar, y aquí vamos a unas elecciones inevitables pero gratuitas, que ojala no nos conduzcan mas cerca del precipicio.

Para pagar la deuda lo primero que hace falta es dejar de gastar en gilipolleces, y para eso hace falta mucho coraje político, o mucho apoyo parlamentario.

Algo que le falta a Berlusconi, y ya veremos si a Rajoy.

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