miércoles, 30 de enero de 2013

Abdicación

Anoche en una cena de "antíguos alumnos del sector TIC", se hablaba de la oportunidad o no de que el Rey (de España) abdicase en su hijo Felipe de 45 años de edad.

Había una gran unanimidad, que me extrañó porque a mi la verdad es que no me parece que sea el momento.

Abdicar ahora sería como decir a todo el mundo en voz alta, que todo el experimento de la transición y la Constitución de 1977 ha sido un fracaso.

Y aunque es posible que así sea, no es el momento de proclamarlo.

En política y en la misma vida, la elección de los tiempos para hacer las cosas es esencial.

Una cosa es que sepamos que hemos fracasado, una vez mas, en el intento de cambiar España para hacer de nuestra patria un país europeo, civilizado, y competente, y otra cosa es alimentar con nuestro duelo a los buitres que están esperando que nos de un ataque de sinceridad.

Y buitres hay muchos: los nacionalistas catalanes y vascongados, los que juegan a posiciones bajistas en las bolsas, los que quieren comprar las mejores compañías españolas por cuatro duros, los cien mil sinvergüenzas que esperan a ver si en rio revuelto sus trapacerias se olvidan.

Ciertamente el país ha entrado en una deriva peligrosa, porque cada día vemos como la plebe va perdiendo el respeto a las instituciones, y las asalta con uno u otro motivos. Porque vemos que la clase política ha caido en el descrédito mas absoluto y nada de lo que dicen nos merece la mas mínima credibilidad.

Porque vemos que los procesos en los que están imputados políticos y personajes públicos se eternizan y se estancan.

Porque en una situación en la que mucha gente ha caido en la miseria, se destapan cada día nuevos casos de corrupción y enriquecimiento inmoral.

Mucha gente teme que se produzca en cualquier momento un estallido social de consecuencias impredecibles.

Y piensan que el "shock" que produciría la abdicación del Rey, abriría un espacio para el diálogo y la concordia que la lo mejor ahora no tenemos.

Lo cierto es que el país se encuentra en una encrucijada muy grave: el desempleo, la deuda, el descrédito de los políticos y las instituciones, la corrupción rampante, los desafios secesionistas...todo recuerda demasiado otros momentos muy graves de nuestra historia. Por ejemplo, el final de la monarquía en 1931.

Si no se quiere que nos deslicemos por tan peligrosa senda, es necesario que el gobierno tome medidas que permitan al menos recuperar la credibilidad de las instituciones.

Medidas que no pueden ser paños calientes.

Si no se hace ahora, (este es el tiempo de hacerlo), es posible que lo que toque a continuación sea mucho peor.

Siempre que llueve escampa, parece ser el lema de Rajoy, pero a veces llueve mucho y lo que viene es una riada.

Como dijo José Agustín Goytisolo: "De todas las historias de la historia, la mas triste es sin duda la de España".

¡Que pena que tengamos que darle una vez mas la razón!   

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