En la España Digital hemos vuelto a caer en los viejos hábitos de la España imperial y decadente, es decir la picaresca y el escurrir el bulto.
Los políticos están en el punto de mira, y con toda la razón, entre otras cosas porque se les percibe enriquecimientos súbitos e inexplicables, y por otra porque no van a la carcel ni con ayuda de los titanes griegos, y cuando van por algún albur de la justicia, salen inmediatamente y hay quien los llama héroes.
Pero la corrupción no me parece que tenga que ver con la profesión y si con una actitud de permisividad ante la corruptela que permea a gran parte de la población.
Aquí "el listo" es visto con respeto y admiración. El que se cuela en la cola del carril de entrada o salida en la autopista mientras los demás aguantan estoicamente la cola, el que te da la factura sin IVA, el que acepta la misma factura, el que no paga impuestos, el que consigue subvenciones para falsos proyectos, los que se benefician de recalificaciones de suelo, los que no recogen las cacas de sus perros, y un larguísimo etc.
Ahora se descubre que treinta mil "dependientes" estaban en realidad muertos, (no hay nadie mas independiente que un muerto), como antes se descubrieron los beneficiarios de EREs de empresas en las que no habían trabajado, o que los dineros que nos daba la UE supuestamente para formación en realidad se dedicaban a pagar los sueldos y los alquileres de sindicatos y patronales.
Si se buscan con algun interés los orígenes de las propiedades inmobiliarias de los políticos y se sigue con cuidado el hilito, veremos la patita de los constructores y de otros proveedores agradecidos, y así hasta la saciedad.
La sociedad española está enferma, y es una enfermedad muy arrigada que va desde S. M. el Rey de España, cuya fortuna tendría que explicarse, hasta los funcionarios que "venden" pensiones, como la de la suegra de Jesulín de Ubrique.
Aquí roban desde las folclórícas hasta los miembros de la Familia Real, y al que quiere ser honrado se le tacha de gilipollas y atontao.
Hay una expresión particularmente repugnante: "A mi me lo ofrecieron, y que iba a hacer yo, ¿decir que no?"
Pues hasta que no aprendamos a decir que no, y a continuación a denunciar al oferente, no tenemos nada que hacer.
Ni revolución digital, ni la UE, ni la Divina Providencia.
Ejemplaridad, educación y castigos sin compasión.
Como dicen los americanos: No pain, no gain.
Pues eso.
jueves, 17 de enero de 2013
Picaresca digital
Publicado por Antonio Cordón a las 10:11
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1 comentario:
Qué cierto... Vilipendiamos a los políticos, pensando que son causa de la situación de España, cuando no son más que la consecuencia...
Cuando celebramos la boda nos ofrecieron pagar el banquete sin factura, ni IVA (unos 2.000€)... "A mí me lo ofrecieron, y que iba a hacer yo, ¿decir que no?".
Pues sí, nosotros dijimos que no.
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