martes, 8 de enero de 2013

Telefónica se equivoca

Siempre he defendido a Telefónica.

Me parecía, y quisiera que me siguiera pareciendo, que se trataba de una compañía imprescindible para asegurar a nuestro país un lugar entre los que tienen posibilidades de acceder a la primera división económica en los años que vienen, y en los que se va a redefinir el mundo en torno a dos ejes: el tecnológico y el geo-político.

El mundo está girando hacia el Pacífico y poco podemos hacer para evitarlo, excepto asegurarnos un lugar en el concierto de los países con capacidad tecnológica, y ahí Telefónica tendría su responsabilidad.

Pero hace años que parece que la única responsabilidad de Telefónica es con el dividendo y el Ebidta, y en sus nuevas oficinas del norte de Madrid se han metido sus dirigentes en una especie de burbuja opaca que les aisla del mundo que les rodea.

Las únicas manifestaciones que escuchamos de la compañía son para hablar de insuficientes beneficios, de chatarra financiera, y de reducir la plantilla.

O del fichaje de personajes dudosos, cuando no directamente reprobables, para su Consejo, cuya composición resulta como poco sospechosa de buscar mas que sapiencia en los negocios, cambalache de favores con la clase política.

Desde ex-ministros del PP que estaban en la política "para forrarse" según confesión propia, a yernos presuntamente delincuentes del Rey, amigos del alma de Zapatitos, y ahora un presunto estafador llamado Rodrigo Rato.

Mal camino el emprendido.

Telefónica puede ser una compañía privada pero es una compañía que administra un elemento clave para el futuro de nuestra sociedad y no lo está haciendo bien.

Ni está poniendo las infraestructuras de telecomunicaciones españolas a la altura de los países de nuestro entorno, ni está ayudando a las empresas españolas a modernizarse, ni está tratando minimamente bién a sus proveedores, que sufren un contínuo acoso en base a una búsqueda malsana de beneficios no en función de ofrecer nuevos y mejores servicios sino en base a exprimir hasta la última gota de la viabilidad de muchas empresas que dependen necesariamente de la que es la primera compañía tecnológica española.

Telefónica tiene responsabilidades, y una de ellas es la ejemplaridad.

No puede comportarse como las multinacionales salvajes y tratar a los españoles como siervos de un país bananero.

Eso no es de recibo.

Sus consejeros se lo debería estar diciendo, pero, ¿son sus consejeros los adecuados?      

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