martes, 28 de octubre de 2014

La profecía

Cuando escribí el post anterior no tenía ni idea del terremoto que se estaba fraguando en la Comunidad de Madrid.

Tan solo tenía el olorcillo de una conspiración contra Esperanza Aguirre que se iba desarrollando a base de hacer caer a sus peones de confianza.

Si a alguien le parece una fantasía esta teoría tengo que aclararle dos cosas. La primera es que no simpatizo con doña Esperanza. La segunda que estas operaciones de "periodismo de investigación" son siempre, o casi siempre, operaciones dirigidas a destruir a algún político desde dentro de su propio partido.

Personas enfadadas por alguna de las muchas razones que suceden en la irrespirable vida partidaria, donde la dedocracia es el único sistema y el peloteo y la puñalada trapera, herramientas del día a día.

Esos "traidores" se encargan de hacer llegar a los periodistas los papeles acusadores, cuando no son directamente operaciones encargadas desde lo más alto para desestabilizar a los competidores.

En todo caso parece haberse puesto en marcha una serie de operaciones que amenazan con llevarse por delante al gobierno. (En un país civilizado ya se lo habría llevado por delante).

Así hasta el mismo impasible Rajoy ha tenido que salir a los medios para pedir de forma solapada disculpas por tener tantos corruptos "presuntos" dentro del partido.

Resulta conmovedor ver a estos personajes que llevan instalados en el poder desde que se destetaron afirmar que "desconocían las actividades a que se entregaban sus colaboradores y que se sienten indignados".

Yo no se a quien dirigen semejantes disculpas. Me parece que ya no les creen ni las señoras de la misa de las doce en la iglesia de la Concepción de la calle madrileña de Goya.

Como el señor Acebes que para defenderse no parece tener otra estrategia que la de decir que es gilipollas. Ya sospechábamos que muy listo no era desde su salida patética el 11M para afirmar que el atentado era "sin duda" obra de ETA.

Como el señor Jiménez Losantos, que tanto se distinguió en su defensa de esa misma teoría, y que decía que Libertad Digital era un medio "independiente" cuando en realidad era propiedad del Partido Popular.

Como todos esos alcaldes que llegaron a la política siendo maestros de escuela, abogados sin despacho, albañiles de paleta y otros tantos oficios de poca monta, y que al salir eran "empresarios", "constructores" y otras lindezas.

Aquí no hace falta ser profeta para saber como acaba esta farsa.

Pleitos interminables, presunciones eternas, ventilador para esparcir la mierda, y cuando escampe vuelta a lo de siempre.

Hemos de concluir que vivimos en un país corrupto e inmoral.

Y todas estas cosas, que los que hemos cumplido unos cuantos años ya hemos visto antes, sabemos que inexorablemente volverán a repetirse.

Aquí ser profeta es muy, muy fácil.  

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