miércoles, 11 de noviembre de 2009

Banda ancha privada

Telefónica y Vodafone lo tienen claro, (lo que me parece bien porque son empresas privadas que solo se deben a sus accionistas). El estado español no lo tiene claro, ( lo que me parece mal porque pago muchos impuestos y me gustaría estar seguro de que se cuidan y se dedican a cosas serias).

Viene esta metáfisica reflexión al anuncio de las dos operadoras, (sospechosamente simultáneo, donde está la CMT), de lanzar una oferta de internet móvil de banda ancha (20 megas aproximadamente), en una tarifa plana a 45 euros al mes con tope en los diez gigas de descarga.

La banda ancha es un negocio y los que lo llevan a cabo tienen derecho a ofrecer el servicio al precio que consideren conveniente y apropiado. Pero como los que lo ofrecen son compañías privadas, los estados tienen que asegurarse de que existe competencia y asegurarse también que hay una relación razonable entre los precios al consumidor y los costes del servicio.

Porque la banda ancha no es solo un negocio, sino que también es un servicio, como el agua, la luz, los transportes, etc.

Y porque afecta a una cuestión básica para los ciudadanos en este siglo que empieza, que es su derecho y su necesidad, de estar informados y conectados a un mundo de redes y contenidos.

Está claro que los operadores en nuestro país consideran que es prioritaria la telefonía móvil sobre la fija, como está claro que para nuestro gobierno es prioritaria la energía renovable sobre la nuclear.

A lo mejor tienen razón y todos los demás países avanzados son unos lerdos cuando apoyan la energía nuclear y las redes de fibra óptica, pero a mi me da por pensar que a lo mejor lo que pasa en nuestro país es que dedicamos nuestro dinero al ladrillo y al cemento, y estamos en manos de quienes administran estos nobles materiales y en las de aquellos que se lucran con la especulación de los terrenos, ya sea para construir bloques de apartamentos o campos de molinillos, y no queda dinero para dedicarlo a que nuestro país cuente con las infraestructuras necesarias para potenciar nuestro futuro colectivo.

Hacemos de la necesidad virtud y somos los paladines de causas que seguramente son nobles, pero que francamente no lo parecen.

Bienvenidas sean las bandas anchas móviles, pero no son opciones para mayorias, sino para minorias con capacidad de gasto.

Bienvenidas sean las energias renovables, pero no pueden ser nuestra única opción.

El estado español tiene que tener un plan de futuro.

No solo ir santificando lo que las compañías privadas deciden, y defender que eso es lo bueno.

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