viernes, 8 de julio de 2011

Mas diícil todavía

La vieja aspiración del circo se ha convertido en el lema de la industria, la política y cualquier otra actividad humana.

Es lo que se llama la suma mágica, competitividad e innovación.

En principio es inobjetable, lo que ocurre es que esa suma en un entorno carente de ética y hasta de sentido común, en el que todo vale, la lucha permanente por ir a mas y por ganar a los competidores, está llegando a límites muy peligrosos.

En este caso estoy hablando del caso recientemente explosionado que afecta a los medios del Grupo Murdoch, del que el señor Aznar ha sido o es todavía consejero, y que ha destapado toda una serie de irregularidades, entre las que hay escuchas ilegales en móviles, espionaje, y todo tipo de prácticas radicales de conseguir primicias periodísticas, en el ámbito sensacionalista, es decir referente a los gustos mas bajos del populacho.

Lo mas dramático es que entre las personas afectadas está el director de comunicación del Premier británico, Andy Coulson, que ha tenido que ser cesado.

Es interesante notar que cuando fué contratado por Cameron, ya se conocía su pasado turbio, luego seguramente fué contratado precisamente por sus habilidades al respecto.

Igualmente la señora Rebekah Brooks, otra de las afectadas es un paradigma de los ejecutivos, ejecutivas agresivas, que pululan por el mundo de la competitividad ganando puntos a base de romper las últimas y tímidas barreras éticas que todavía existen.

Ahora viene el momento en que las mismas masas hambrientas de sensaciones fuertes y alimento mediático carroñero, se rasgan las vestiduras y se asombran de que se pueda llegar tan lejos como para piratear el contestador de una niña, secuestrada y asesinada, para dar un titular y vender periódicos.

Los mismos que compraron el News of the World y The Sun, tirarán ahora la primera piedra.

Ver a Cameron decir que quiso dar "una segunda oportunidad" a Coulson, y que le ha decepcionado, es sonrojante.

Es evidente que Cameron se habrá aprovechado de Coulson, y es evidente que estamos en un ambiente en el que esas habilidades son apreciadas.

La cuestión es si seremos capaces de reinstaurar una cierta ética cívica.

Si no lo somos, estamos abocados a una catástrofe general e irrevocable.

Ni el planeta va a soportar indefinidamente un sistema que produce bienes con fecha de fallo para que no pare el consumo, ni la sociedad va a resistir el todo vale sin que los mas malos se aprovechen para desencadenar una hecatombe.

No podemos soportar mas montañas de basura ni mas basura mediática.

¿O sí?

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