lunes, 12 de noviembre de 2012

¿A donde vamos?

Ayer, mientras volvía a casa en el metro escuché una conversación entre dos jóvenes, chico y chica, en la que hablaban de la situación del país, y él le decía a ella, que la crisis no iba a ser cuestión de dos años sino de veinte y que como iban a pensar en construir un futuro en esas condiciones, con sueldos miserables, sin oportunidades, y con un sistema educativo cada vez peor.

La verdad es que daban ganas de intervenir para transmitirles un poco de optimismo, pero la verdad es que el chico tenía toda la razón.

El país se está desmoronando como un castillo de arena cuando sube la marea y si no hay erstallidos sociales es porque nos estamos gastando los ahorros poco a poco y porque hemos llegado a una situación de desmoralización tan grande que no encontramos en la política alternativas, ni siquiera en las opciones radicales, que un día nos pudieron interesar.

Solo los nacionalistas son capaces de crear un espejismo lo suficientemente atractivo como para que la gente se crea que siguiendo una bandera les va a ir mejor. ¡Pobres!

Y mientras, las leyes laborales, que supuestamente iban a ayudar a crear empleo, lo siguen destruyendo a toda velocidad, de tal manera que esto parece una estampida.

Y todavía falta la reforma de la Banca y de las Administraciones Públicas. Van a ser varios cientos de miles de puestos de trabajo perdidos.

¡Hasta los sindicatos despiden gente!

Hoy he comido en un restaurante en el que mis dos acompañantes y yo hemos sido los únicos comensales.

La verdad es que se encoge el corazón viendo la creciente miseria de las calles y la gente que mendiga por todas partes sin reparo.

Los bancos han decidido dar una moratoria a los desaucios, ante la tormenta que se estaba formando, pero eso solo da un respiro y no soluciona el problema de tanta gente que carece de ingresos, ya que hay que seguir comiendo cada día.

Lo que está ocurriendo en el mundo occidental, y en general en todas partes, o sea, la creciente desigualdad entre una minoría acudalada y el resto de la población es un cambio fundamental en el contrato social y nos aboca a una sociedad "bladerunnesca" que da miedo.

El capitalismo no tiene alternativa, pero se está devorando a si mismo.

La lógica de la economía nos está conduciendo a la ilógica social.

Sombrio panorama.

¡Hasta James Bond vive ahora entre las sombras del relativismo moral!

  

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