Hoy en día muchas entidades quieren generar redes sociales alrededor suyo, por diferentes motivos, aunque quizá en última instancia el objetivo final sea generar mayores beneficios. Dos ejemplos son con los que me he cruzado recientemente.
Por un lado tenemos Keteke. Esta red social, de carácter general, al estilo Tuenti o Facebook, tiene detrás a la misma Telefónica, aunque no se muestre de manera evidente. Las razones de la operadora española para entrar en este mundillo son obvias, ya que el público joven puede llegar a ser un consumidor atractivo si es capaz de ser conocido y, por ende, retenido. Ahora, habría que plantearse si estas razones son las adecuadas, o si no se trata sólo de estar en un sitio aún sin entender el motivo de la presencia.
El otro día vi un vídeo muy recomendable en el blog Digitalycia en el que se comentaba que una red social se compone de personas que se sirven de herramientas para reunirse alrededor de un objeto social (excusa temática, producto, película, etc.). Además, una red social se construiría partiendo de un objeto social, construyendo las herramientas habilitadoras y dejando que las personas lleguen pos sí solas. Todo lo que usted necesitaba saber sobre redes sociales en un par de frases, oiga.
La realidad es que esto no lo veo yo en Keteke. Esta red, pensada para explotar las bondades de un Internet sobre telefonía móvil que se espera que sea la próxima caudalosa fuente de ingresos entre los jóvenes (y entre el público general) a corto plazo, me genera una sensación de artificialidad. No puedo dejar de verla como una red "impuesta" desde las alturas, tratando de atraer un público mediante campañas de marketing, en vez de dejar que sea la gente la que acuda a ella por sus virtudes. Me parece construida de arriba hacia abajo, en vez de su orientación natural, de abajo a arriba.
Al otro lado del espectro nos encontramos con la red social que el Partido Popular está montando. En esta sí que veo yo oportunidades. Porque la realidad es que ahí sí que existe un objeto social alrededor del cual un comunidad puede florecer, independientemente de que a otros les guste más o menos. Si el partido es capaz de crear unas herramientas útiles, prácticas y usables (algo mucho más difícil de lo que parece), no me cabe la menor duda de que la gente afín a sus ideas (que al fin y al cabo son su público objetivo) acabará uniéndose a la red.
Dos formas distintas de tantas de generar una red social. Vaticino fracaso para una y éxito para la otra. Veremos qué nos depararán los meses...
Edito: Para agregar que no es que no encuentre un "motivo" que de razón de ser a Keteke, sino que no le veo un valor añadido, una diferenciación suficiente, con respecto a sus más inmediatos competidores, como son Facebook y Tuenti. Con un segmento objetivo idéntico y una premisa de partida similar (reconstruir la red de contactos de una persona de manera virtual para poder mantenerse al día de la actualidad de cada uno), me da la sensación de que Keteke no ofrece nada suficientemente atractivo como para hacer que el público deje una red donde ya tiene su red elaborada por otra en la que habría de empezar de cero. Simplemente, no lo veo.
Por un lado tenemos Keteke. Esta red social, de carácter general, al estilo Tuenti o Facebook, tiene detrás a la misma Telefónica, aunque no se muestre de manera evidente. Las razones de la operadora española para entrar en este mundillo son obvias, ya que el público joven puede llegar a ser un consumidor atractivo si es capaz de ser conocido y, por ende, retenido. Ahora, habría que plantearse si estas razones son las adecuadas, o si no se trata sólo de estar en un sitio aún sin entender el motivo de la presencia.
El otro día vi un vídeo muy recomendable en el blog Digitalycia en el que se comentaba que una red social se compone de personas que se sirven de herramientas para reunirse alrededor de un objeto social (excusa temática, producto, película, etc.). Además, una red social se construiría partiendo de un objeto social, construyendo las herramientas habilitadoras y dejando que las personas lleguen pos sí solas. Todo lo que usted necesitaba saber sobre redes sociales en un par de frases, oiga.
La realidad es que esto no lo veo yo en Keteke. Esta red, pensada para explotar las bondades de un Internet sobre telefonía móvil que se espera que sea la próxima caudalosa fuente de ingresos entre los jóvenes (y entre el público general) a corto plazo, me genera una sensación de artificialidad. No puedo dejar de verla como una red "impuesta" desde las alturas, tratando de atraer un público mediante campañas de marketing, en vez de dejar que sea la gente la que acuda a ella por sus virtudes. Me parece construida de arriba hacia abajo, en vez de su orientación natural, de abajo a arriba.
Al otro lado del espectro nos encontramos con la red social que el Partido Popular está montando. En esta sí que veo yo oportunidades. Porque la realidad es que ahí sí que existe un objeto social alrededor del cual un comunidad puede florecer, independientemente de que a otros les guste más o menos. Si el partido es capaz de crear unas herramientas útiles, prácticas y usables (algo mucho más difícil de lo que parece), no me cabe la menor duda de que la gente afín a sus ideas (que al fin y al cabo son su público objetivo) acabará uniéndose a la red.
Dos formas distintas de tantas de generar una red social. Vaticino fracaso para una y éxito para la otra. Veremos qué nos depararán los meses...
Edito: Para agregar que no es que no encuentre un "motivo" que de razón de ser a Keteke, sino que no le veo un valor añadido, una diferenciación suficiente, con respecto a sus más inmediatos competidores, como son Facebook y Tuenti. Con un segmento objetivo idéntico y una premisa de partida similar (reconstruir la red de contactos de una persona de manera virtual para poder mantenerse al día de la actualidad de cada uno), me da la sensación de que Keteke no ofrece nada suficientemente atractivo como para hacer que el público deje una red donde ya tiene su red elaborada por otra en la que habría de empezar de cero. Simplemente, no lo veo.
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