Siempre he mantenidos que existe una fuerte contradicción en el interior del mercado de la sociedad del conocimiento, que es la distancia entre las promesas de la banda ancha y las realidades de las infraestructuras.
Mientras salen al mercado cada día mas y mejores dispositivos de acceso, inteligentes, brillantes, portátiles, y glamurosos, y mientras la industria del cine nos muestra igualmente la promesa del 3D, o la imagen holográfica, en nuestras humildes moradas las pasamos ídem para visualizar una reproducción de vídeo en streaming.
Existe un movimiento que apoya la Long Term Evolution de la telefonía móvil, es decir que las redes de tercera generación vayan proporcionando anchos de banda de hasta 300 megas, pero todo el mundo sabe que la capacidad de las redes apoyadas en el espectro radioeléctrico tiene límites físicos, y que si se aumenta el ancho de banda tendrían que disminuir las transacciones, o al revés.
La única vía plausible es la fibra óptica y la aceptación del llamado Conmutador Negroponte, es decir que todo lo que venía por el aire (tv y radio) vendrá por tierra, y todo lo que venía por tierra (telefonía), vendrá por el aire.
El problema es que la fibra es muy cara, no en si misma sino en materia de obras públicas, y no hay dinero en el mundo para hacer que la mayoría de los ciudadanos acceda a estas prestaciones.
Y luego está el tema del modelo económico de las compañías que explotan las redes, que no ven donde está el negocio de invertir para que otros se beneficien, siguiendo la tendencia de la neutralidad de la que hemos hablado tantas veces.
Así que en el presente solo iniciativas públicas, o público privadas, están llevando adelante proyectos de fibra importantes, en países como Japón o Corea, o en ciudades como Estocolmo o Amsterdam.
Como en Estados Unidos están muy preocupados por la pérdida de liderazgo del país, (como cuando en los sesenta se les adelantaron los rusos en la carrera espacial), comienzan a lanzar iniciativas para salir del bache.
Y en estas aparece Google, el gran acusado de aprovecharse de las infraestructuras de los demás, y anuncia en su blog que va a lanzar un proyecto para conectar a 50.000 personas a traves de una red de fibra que permitirá velocidades de un Giga, o sea 1024 megas.
Y afirma el mencionado blog que esto permitirá a las comunidades de desarrolladores pensar en aplicaciones y contenidos hoy inimaginables.
Tienen razón los de Google, pero el problema subsiste.
En las telecos lo que funciona es el mercado de escala. A mas usuarios mas beneficio percibido, y mas ingresos.
Y lo que ocurre es que el sistema actual da síntomas de agotamiento.
Ayer publicaba Financial Times un resumen de los resultados (malos) de la industria de los video juegos.
Y hablaba de la esperanza puesta en el IPad.
La cuestión es si la gente quiere seguir desarrollando esta especie de sociedad de la información a escala que son nuestras redes domésticas, o prefiere entrar en conexión con el mundo.
Yo lo tengo claro. Preferimos y necesitamos la conexión, y además efectivamente el potencial de nuevas opciones y estilos de vida que nos ofrece la banda ancha es espectacular.
Pero en el actual estado de cosas, ¿quien puede invertir?
Lo de Google solo es un juguete, y incluso para desarrollarlo está buscando comunidades que quieran asociarse, y supongo pagar una parte de la factura.
Y mientras ¿cuando nos vamos a cansar de tener dispositivos maravillosos, ferraris de las autopistas de la información, para transitar por estos caminos de cabras del ADSL?
jueves, 11 de febrero de 2010
El Giga de Google
Publicado por Antonio Cordón a las 09:23
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3 comentarios:
Muy de acuerdo
http://jrp-telecomit.blogspot.com/2010/02/google-contraataca.html
Ojala que si resulte cierto y efectivo lo de google proporcionando acceso a internet y especialmente mas rapido :)
gracias a Dios por intiresny
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