lunes, 19 de julio de 2010

Cartas persas

Hace ahora 3200 años, lo que ahora se llama Irán, se llamaba Persia.

Allí. en inmensas llanuras rodeadas de montañas vivían comunidades que intentaban ganarse la vida con la agricultura y la ganadería, y otros que preferían ganársela atacando y saqueando a los primeros.

Los primeros se preguntaban que clase de mundo era aquel en que los malos ganaban y los buenos perdían, y entonces un hombre llamado Zoroastro tuvo una visión.

(Zoroastro también es conocido como Zaratustra, y a través de Nietzche y de la música de Richard Strauss está indeleblemente unido a la película 2001 una odisea espacial)

En esa visión Zoroastro vió y comprendió que en el mundo celestial no solo había un dios bueno (Mazda), sino que había igualmente un dios malo (Angra Mainyu), que era tan poderoso como el anterior.

Cada persona tenía por tanto que elegir entre lo bueno y lo malo, y la vida era un campo de batalla en la que cada cual tenía su papel.

Esa situación no sería eterna.

Al final habría una gran batalla, en la que los buenos presenciarían el triunfo del bien y la aniquilación de las fuerzas de la oscuridad.

Los malvados serían borrados de la faz de la tierra.

Cuando vemos lo que ocurre en el Irán actual y escuchamos lo que dicen sus líderes, comprendemos que tras la aparente religiosidad islámica de los dirigentes, late la vieja ideología del bien y el mal, y que su búsqueda de armas nucleares está seguramente mas ligada a esa última batalla cósmica que a consideraciones de geopolítica.

Ninguna religión es nueva.

Todas se asientan sobre las ruinas ardientes de civilizaciones anteriores.

Por eso hoy quienes están mas aterrorizados por la perspectiva de las armas nucleares iraníes son precisamente los estados islámicos sunníes de alrededor.

El presidente iraní, que es evidentemente un iluminado, se sabe en el lado del bien.

Y también sabe quien está en el lado del mal.

Y percibe que la batalla final se acerca...

¿Lo comprendemos también nosotros?

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