miércoles, 21 de julio de 2010

Libranda y Kindle, dos extremos opuestos

Ya comenté las pocas esperanzas que tenía en la iniciativa española para "impulsar" la comercialización del ebook. A pocos días desde el lanzamiento de Libranda, las críticas no se han hecho esperar...

La principal disconformidad ha sido el uso del DRM, que si bien empieza a abandonarse en el mundo de la música, parece que encuentra nuevas fuerzas entre la industria editorial. Es más, han conseguido que sea aún más molesto que nunca, haciendo necesaria la instalación de un software en el ordenador y el registro en Adobe ID, eliminando fulgurantemente y de un solo plumazo las ganas de compra del 80% del mercado potencial (por no hablar del daño que hará a las compras impulsivas). Además, esta restricción impide que el libro se pueda leer en muchos dispositivos no compatibles y otro sinfín de limitaciones y trabas que limitan el disfrute del libro más allá de la mera lectura.

Otro grave problema es un catálogo raquítico, que además no es común a todas las librerías que adoptan el sistema, convirtiendo la experiencia en una desagradable búsqueda y captura del libro que uno desea comprar. Por no hablar de los precios, muy similares a las versiones físicas, en parte gracias al IVA del 18%, no el reducido que disfrutan las versiones en papel.

Mientras en España se nos cierne este panorama, nos llegan noticias del otro lado del charco de que Amazon ha vendido casi un 50% más de libros electrónicos que en papel durante los últimos 3 meses. Hito más reseñable aún si tenemos en cuenta que la venta de libros tradicionales no ha dejado de crecer. Si bien Amazon es caldo de cultivo para consumidores familiarizados con el entorno digital, que prefieren comprar en Internet en vez de en tiendas físicas, el anuncio no deja de ser llamativo.

Quizá sea por la extensa y vasta colección de libros ofrecida; o por las posibilidades de disfrute en una amplia variedad de dispositivos, incluido el Kindle ($189); o por los servicios de valor añadido, como guardar el punto de lectura entre diferentes terminales o el remarcado de textos. Motivos puede haber muchos, pero la realidad es que en EEUU el barco del libro electrónico va viento en popa, poco a poco comiéndole terreno al libro de velas de papel. Las editoriales están viendo la oportunidad y se están asociando con tiendas electrónicas (Amazon), tiendas tradicionales (Barnes&Noble) u otros fabricantes (Apple) para monetizar un mercado en crecimiento.

Ahora volvemos la vista de nuevo a España y el panorama es descorazonador. Porque como bien dice Ricardo Galli, no debemos ser incautos (ingenuos, diría yo). El objetivo de las editoriales con Libranda no es vender ebooks, sino construir la excusa para escudarse cuando la realidad se les eche encima y la gente vaya dejando poco a poco de comprar libros para intercambiarlos en Internet ante la falta de alternativas. En ese momento pedirán una legislación que les proteja contra los cambios en la industria, que les permita permanecer inmutables, alegando que ellos lo intentaron, pero que el ingrato pueblo español no les respondió (¿les suena?).

En fin, y luego nos atrevemos a erigirnos como adalides de la innovación, preguntándonos qué nos separa realmente de otros países como EEUU. Este es un claro ejemplo que vamos a sufrir en nuestras propias carnes. Menos mal que en este caso en concreto puedo acceder a libros en inglés a través de las aplicaciones Kindle o iBooks para el iPad. Mi poliglotismo se lo agradecerá.


Edito: parece ser que las ventas de ebooks superan únicamente a las de libros en tapa dura, no al total vendido en papel. Interesante puntualización, aunque no resta importancia al mensaje final, el crecimiento imparable de los libros electrónicos.


1 comentario:

tceo dijo...

puntodidot.com

Libranda y Kindle representan dos enfoques distintos en la lectura digital: Libranda, promoviendo la diversidad editorial local, mientras que Kindle ofrece acceso global a una amplia gama de títulos internacionales.