viernes, 23 de julio de 2010

Publicidad del oficio mas antiguo

Andan en el Congreso con la canción de prohibir los anuncios de "contactos", o sea de servicios sexuales, en nombre de la "decencia".

¿Como se puede llegar en una democracia liberal a este furor puritano?

Sin duda por la preeminencia del pensamiento feminista radical-igualitario, que va tomando una forma cada vez mas represiva y pseudo-religiosa, cuya mejor expresión es ese ministerio orwelliano de la "igualdad" cuya detentadora actual rivalizaba hace unos días en la tribuna del congreso con su colega del PP sobre a cuantos hombres había metido en la carcel y a cuantos habría que meter todavía.

Hace poco un conocido viajó a Las Vegas, una ciudad en la cual la prostitución está prohibida, (¿cabe mayor hipocresía?).

Como allí el viejo oficio no puede publicitarse, las meretrices, o sus empresas editan una tarjetas, de diseño como se puede imaginar muy sugestivo, que se reparten por todas partes, y que los turistas coleccionan, como uno de los encantos de la "ciudad del pecado".

Aquí los editores de la prensa seria han puesto el grito en el cielo y han recordado como ya se ha prohibido la publicidad del tabaco y de las bebidas alcoholicas, (excepto el vino que es producto españolísimo).

Pero esto no detendrá a las feministas-igualadoras, que en su carrera por el poder van a pasar por encima de todo y de todos hasta que sus ceremonias se conviertan en obligatorias y la discrepancia condenada por la inquisición. (No estamos muy lejos).

Mientras nuestra policia acaba de "liberar" varias docenas de prostitutas en lugares de lujo, aunque nos aclaran que dichas "esclavas" no utilizaban dichas instalaciones mas que para ejercer el oficio y que luego dormían en literas. (Me gustaría saber donde duermen los camareros del Palace, a lo mejor lo hacen en la suite real).

Seguramente nuestros heróicos "intocables" han conseguido con estas redadas que esas muchachas una vez liberadas se conviertan en ingenieras de caminos, modelos de alta costura, o alpinistas, y que si siguen en su antigua profesión lo hagan en hospitales de la Seguridad Social como servicio al prójimo, con cargo a los presupuestos del estado.

Tal vez las convenzan psicólogos y asistentes sociales a cambiar su actual esclavitud por otra basada en fregar urinarios o acompañar ancianos.

Al parecer nuestras feministas consideran que el sexo es pecaminoso y deshonroso, y que el trabajo duro y malpagado libera.

¿A que me suena esto?

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