jueves, 16 de septiembre de 2010

La utopía y la realidad

Todo en Internet pertenece al reino de la Utopía, menos los beneficios de Google que salen precisamente de la necesidad del personal de vivir mundos utópicos en los que todo el mundo es igual y tiene acceso a cualquier cosa.

Esta reflexión me viene a la cabeza leyendo una vez mas sobre la polémica de la neutralidad de la red, que es como una mezcla de Utopía y capitalismo ultraliberal.

Es una vez mas el mito de las grandes praderas en las que cualquiera tiene la posibilidad de partir con su caballo y una cantimplora y fundar un imperio.

Lo malo de este mito es que las grandes praderas, incluso las electrónicas, terminan estando demasiado concurridas, y solo unos pocos tienen el imperio al final de la jornada.

A mi este debate me parece muy impostado, con tanta libertad, igualdad y fraternidad, y será por la edad, pero me voy sintiendo cada vez mas incomodo en espacios tan abiertos y sobre todo, tan desregulados.

Aquí en la Unión Europea, donde nunca hemos visto de cerca la mitología de la frontera, excepto en las películas de John Ford y John Wayne, el debate creo que hay que plantearlo en la famosa pregunta de Lenin, ¿libertad para qué?

Y sobre todo otra pregunta, que podría muy bien haber hecho Botin. ¿Y quien la paga?

En una recientísima alocución a un grupo de hombres, (y mujeres), de negocios nórdicos, (y nórdicas), Neelie Kroes, la comisaria de la cosa, se ha referido al servicio universal, (¡que cosa tan prosaica!), y a la cuestión de en que nivel se establece y quien lo va a pagar. (O sea para qué, y quien paga).

Dice Kroes, que se manejan cuatro posibilidades:

1. Financiación pública, y dejarse de tonterías. (A Elena Salgado le da un ataque).

2. Establecer la obligación a un nivel básico, revisable de vez en cuando, que se financie por el sector. Y cada estado después que establezca el nivel (superior), que considere oportuno. (Aquí ninguno).

3. Establecer un máximo a financiar por cada compañía, para que no se altere la posibilidad de competencia. (Aquí no se quien participaría a parte de la de siempre).

y 4. Aplicar la financiación del sector solo a los casos de peligro de exclusión. (Aquí estamos en ese peligro hasta en el barrio de Salamanca de Madrid).

Cuento estas cosas porque frente a los grandes debates, en nuestro pequeño mundo español, lo que está en juego es si alguien se va a hacer cargo de que en Cientruénigo o en Villamanta, haya no ya banda ancha sino aunque sea banda estrecha, a un precio aceptable y con posibilidades.

De que sirve poder acceder a todo, si no se puede acceder a casi nada.

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